Capítulo 99.

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Katherine se encontraba de rodillas en el suelo del claro, la respiración entrecortada y los músculos de su cuerpo clamando por descanso. Había peleado con todas sus fuerzas, pero no había sido suficiente. Cada intento de levantarse, cada golpe que había lanzado contra Carlos, parecía haberla dejado más agotada. La decepción y el cansancio la envolvían como un manto pesado.

Carlos, observando desde su posición dominante, se agachó frente a ella. Su mirada, antes intensa y amenazadora, se suavizó por un momento. Besó su cabeza con ternura, un gesto que la sorprendió. Luego, con un movimiento firme, tomó su barbilla y la levantó para forzarla a mirarlo a los ojos.

-Estoy orgulloso de ti, hija -dijo, su voz llena de una calidez que parecía ajena al caos de su mundo.

Katherine se sintió un tanto desconcertada por sus palabras. Era un elogio que no había esperado recibir. Su mente trató de desentrañar la complejidad de esa aprobación. Había estado luchando para demostrar su valía, pero en el fondo, sabía que lo que Carlos valoraba no era solo su habilidad para pelear. Era su capacidad de someterse, de adaptarse a su entorno y convertirse en una pieza útil de su oscuro ajedrez.

-Gracias -respondió, con un tono frío y calculador, manteniendo el control sobre sus emociones, como había aprendido a hacer. Su voz no tembló, no dio pistas sobre el tumulto interno que sentía.

Carlos sonrió, un destello de satisfacción iluminando su rostro. Se enderezó y dio un paso atrás, observándola con una mezcla de orgullo y expectativa.

-La prueba de fuego será mañana -anunció, sus palabras resonando en el aire como un eco ominoso-Te jugarás todo allí.

Katherine asintió, manteniendo la mirada fija en él. Sabía que la prueba de fuego significaba algo importante, un desafío que definiría su futuro y, posiblemente, su vida. Había estado preparándose para este momento, aprendiendo a ser Zmeya, y sabía que no podía fallar.

-Estoy lista -dijo con firmeza, sin vacilaciones.

Carlos la miró con curiosidad, como si intentara medir el verdadero peso de sus palabras. Su expresión se tornó más seria, como si supiera que este sería un punto de inflexión en su relación.

-No es solo una prueba física, Katherine. Se trata de tu lealtad y tu capacidad para seguir mis órdenes sin cuestionarlas. Necesito que estés completamente concentrada. No habrá margen de error.

Ella lo escuchó con atención, su mente agudizada por la presión. Era consciente de que Carlos no se refería solo a la lección de lucha; se refería a un test de sumisión total. No podía permitirse fallar. Había luchado demasiado y había sacrificado demasiado como para dejar que la duda se interpusiera entre ella y su objetivo.

Carlos extendió la mano y le acarició el rostro, un gesto que podría haber parecido afectuoso en otras circunstancias. Sin embargo, Katherine sabía que era una forma de recordarle que estaba bajo su control.

-No olvides lo que eres, Zmeya. No hay lugar para la debilidad en mi mundo.

Katherine se mantuvo en silencio, sus pensamientos dándole vueltas en la cabeza. Era cierto que había pasado por un proceso de transformación. Había aprendido a luchar, a callar, a ser fría y calculadora. Pero también había momentos en que las viejas emociones la acechaban, momentos de duda que trataba de ahogar.

Carlos le dio un pequeño empujón hacia el coche, y ella se levantó, sintiendo la dureza del suelo dejar sus rodillas adoloridas. Se sacudió el polvo de la ropa y siguió a Carlos mientras regresaban al vehículo, la atmósfera pesada con una anticipación que le oprimía el pecho.

El viaje de regreso se llevó en silencio, y Katherine aprovechó cada segundo para organizar sus pensamientos. Sabía que la prueba de mañana sería una batalla crucial, no solo para demostrar su valía, sino para reafirmar su posición dentro del mundo de Carlos. Necesitaba salir de esto más fuerte, más implacable.

NIX.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora