Abracadabra

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Conforme la luna cubría el cielo nocturno, mas allá del mar y del horizonte, una ciudad clamaba por ayuda.

Los gritos de las desesperadas familias ahogaban el antes tranquilo ambiente.
Siendo acompañados por el sonido de grandes explosiones que destruían todo a su paso.

Una cortina de humo se levantaba sobre las nubes, y conforme las horas pasaban, las edificaciones se derrumbaban al mismo tiempo que las vidas se extinguían.
Desde la lejanía, las mascotas se alteraban, anunciando el terror que lentamente se estaba acercando a sus ciudades.

Mas allá del desastre, desde las poblaciones ajenas a la destrucción.
Era visible una inmensa cortina de humo, tan espesa y abrumadora que cubría la noche que debía ser estrellada.
Y a pesar de estar a millas de distancia, varias personas podían sentir una amenaza latente en el aire.

El oxigeno se volvía escaso, ya que muchos al rededor empezar a tener dificultades para respirar.
Ignorando que el nauseabundo hedor que les provocaba aquella molestia era una nube de azufre puro.

Las llamas del desastre iluminaban la noche.
Los pocos gritos que quedaban cesaron.
Los hogares quedaron reducidos a poco mas que cenizas.
El cielo se vio plagado por horrendas siluetas que victoreaban en la masacre.
Las calles fueron cubiertas de rojo.
La luna fue testigo del genocidio masivo.

Ya van 37... solo unas ciudades mas...— susurro una voz femenina mientras caminaba sobre los cuerpos que estaban desplegados a lo largo de su antigua metrópolis.

Finalmente... luego de un año, esto terminara— agrego una decrepita y áspera voz masculina desde las llamas que consumían todo.

En las próximas ciudades, nos encontraremos con ellos...

No te preocupes... solo bastará con unas pocas palabras para convencer a nuestras hermanas

Si... y que hay del resto?

Yo...— interrumpió una joven y masculina voz.

Ustedes saben el trato... hagan lo que quieran con todos, pero ninguno me quitara a mi presa

Tranquilo... podrás jugar todo lo que quieras con tu comida... ya has llegado hasta aquí, estoy segura que solo un día o dos no harán la diferencia... estas listo? este sera el mayor desafío que hayas enfrentado jamás

Listo?

—Lo estoy desde el día que nací!—

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Lo estoy desde el día que nací!

Tan apasionado como siempre... digno de ti...— agrego la seductora y serena voz de la mujer que observo su nuevo objetivo mas allá de la noche.

En marcha

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