Narrador:
Finn se encontraba recostado en el sillón de la sala, pensando en lo mucho que su vida había cambiado desde que Alex había llegado a esta.
Quizá no se llevaron nada bien en un principio, pero era realmente impactante ver cómo habían terminado; queriéndose uno al otro.
Alex, por su lado, seguía siendo muy insegura, no sabía si avanzar o simplemente retroceder. La misma pregunta rondaba por su pregunta; ¿Es un juego?
Ahí es donde se daba cuenta del daño que aún le provocaba su ex, aún seguía sin creer que después de todo lo que ella había hecho por él, simplemente echó todo a la borda, por su propia mejor amiga.
¿Tan mala era Alex como para ser reemplazada así?
Por culpa de Caleb, Alex pasó meses creyendo ser insuficiente para los demás, creyendo que la culpa había sido de ella. Creyendo que debía cambiar para que alguien pudiera quererla, que debía ser exactamente como las demás chicas, y que ser como ella misma, estaba mal.
Una buena lección había obtenido, si alguien te engaña, no es tú culpa, tú diste lo mejor de ti, tú le diste todo a aquella persona pero no lo supo apreciar, tú no eres insuficiente, la otra persona lo es.
Por primera vez, Alex sentía miedo a enamorarse. Siempre se había dejado llevar por sus explosivas emociones, pero esta vez era distinto.
No quería tener muchas expectativas con Finn, no quería comenzar a sentir algo realmente fuerte, pues simplemente no quería que en algún momento su padre llegara y les arrebatara lo con construyeron.
Aquel muchacho la hacía quererlo, con sus ocurrencias, bromas y juegos, ¿Qué más podía hacer ella? Poco a poco, aquel chico se había ganado una parte de su corazón.
—Finn, ¿Podrías decirle a Alex que ya estoy lista? —el muchacho asintió ante la petición de su madre.
Una sonrisa maliciosa se asomó por sus labios camino a la habitación de la muchacha.
Su madre y Alex irían de compras por vestidos.
Finn tenía unos premios dentro de unas pocas semanas, premios a los cuales Finn la invitó para asistir juntos públicamente, lo cual sin dudarlo, lo rechazó.
Simplemente no quería recibir más atención de sus fans, quería seguir con su vida como siempre.
Aún así, Finn convenció a su madre de llevar a Alex a comprar vestidos haciéndola creer que solo irían por el de Mary, de tonto solo tiene la cara.
Después de subir las escaleras recorrió el pasillo que daba para las habitaciones de los tres, iba a tocar pero se percató de que la puerta de la pelirroja estaba entre abierta, se acercó un poco y logró ver como Alex sostenía un pequeño cofre dorado en sus manos, mirando y sacando algunos sobres de este. Finn recordaba haber visto ese cofre antes, sin embargo no sabía que contenía.
—Hey, linda —entró a la habitación provocando que la chica diera un brinco en su lugar y cerrará de una el cofre.
—Te he dicho que toques la puerta antes de entrar, y también que no me gustan esos apodos empalagosos —regañó acercándose a él—. Espera —cerró la puerta.
—Lo siento, preciosura —contestó en burla—. ¿Qué haces? —acercó su oído a la puerta pero solo escuchaba como se movían algunas cosas.
—No te preocupes, espantoso. ¿Qué necesitas? —abrió la puerta dejándolo pasar.
Finn dio una rápida mirada y se percató que el cofre que antes estaba sobre su cama ya no estaba.
Lo había escondido. ¿Qué tiene como para que lo esconda?
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Waves -Finn Wolfhard-
Fanfic❝ Me hiciste sentir como si el mundo fuera mío y ahora no importa lo que digas, sin ti el cielo está siempre gris. ❞ {TERMINADA}