Finn:
[...]
Nunca nadie comprenderá el dolor de haberte perdido.
Eras mi todo, y lo sigues siendo.
Haberte perdido fue el dolor más grande que he experimentado en mi vida, y aún me duele tu pérdida. Jamás creí que la noche más feliz de mi vida, también sería la más dolorosa.
Nunca sabré cómo hubieras sido de madre, pero estoy seguro que estupenda.
Los primeros meses fueron los más difíciles para mí y, supongo que para Joey también.
Joey Alexander Wolfhard.
Finalmente elegí su nombre y ya era completamente oficial. Joey, porque a mí me gusta el nombre y a ti también te gustaba, Alexander, ¿No es obvio? Por ti, mi Kendy.
Mamá decía que Kendall hubiera sido una mejor idea pues sería como la descendencia del nombre de tu abuelo, y tuyo, pero a mí me parecía más especial llamarlo Alexander.
Tengo el enorme presentimiento de que hubieras amado con todo tu ser a Joey, ese bebé es una versión tuya en tamaño bolsillo.
Tiene sus bonitos ojos azules idénticos a los tuyos, su cabello rizado y pelirrojo, su rostro y cuerpo lleno de pecas justo como los dos, sus rasgos son una combinación de los dos, sin duda tiene mi nariz, pero sus labios son como los tuyos.
Me deprime saber que Joey nunca podrá tocarte, ni sentir tus brazos a su alrededor, jamás podrá tenerte en sus noches malas, pero podrá decir que está orgulloso de que tú hayas dado todo lo posible por traerlo al mundo y sobre todo, de que tú seas su madre.
Me encargaré de que él jamás te olvide, así como yo tampoco lo haré.
Aún me cuesta trabajo no llorar por las noches cuando siento tu vacío a mi lado, aún abrazo tu almohada creyendo que eres tú.
A veces aún te siento junto a mí, abrazándome y diciéndome que soy un imbécil.
Te necesito Kendy. Nada es igual sin ti en casa.
—¡Joey, deja de comerte esas galletas! —ordené echando un vistazo a la barra de la cocina—. ¡Es una orden jovencito!
—Solo quería una más —resopló dejándola en su lugar de nuevo—. Es mi cumpleaños, debería hacer lo que quiera. Soy un niño grande, papá.
—Acabas de cumplir cinco años, no eres tan grande —despeiné su cabello con mis manos con una sonrisa en mi rostro.
—Lo suficiente grande para comer galletas —sonrió tomando una.
—A este paso vas a salir rodando de la cocina, Joey. Puedes comerla, pero después no te quejes porque ya no haré más —apunté con el cucharón.
—¿Y cuándo llegarán mis abuelos? ¿Y el tío Nick? Aaron debió de haber llegado desde hace mucho —cruzó sus brazos pretendiendo estar molesto.
¿Berrinches? ¿Dónde? Culpo a la madre.
—No deben tardar —sonreí viéndolo—. ¿Por qué sigues en bata, niño sucio? Ve a ponerte la ropa que deje sobre la cama.
—Ya voy —rodó los ojos bajándose de la silla para después correr por la casa hasta su habitación.
Ese niño me volverá loco, le doy una orden y lo hace cien años después de que se lo indique.
Dejé los últimos detalles en el patio trasero, donde sería la pequeña fiesta de mi hijo. Sonreí satisfecho al ver todo lo que había logrado por mí mismo.
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Waves -Finn Wolfhard-
Fanfic❝ Me hiciste sentir como si el mundo fuera mío y ahora no importa lo que digas, sin ti el cielo está siempre gris. ❞ {TERMINADA}