47. Strong.

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Narrador:

—¿Estás saliendo con Finn, Kendall? —Alex miró detenidamente a Finn quien solo se alzó de manos dándole a entender que él no sabía nada.

Silenció la llamada viendo detenidamente al chico.

—Ten, haz tu parte de trato.

—No, tú hazlo.

—Dile —ordenó dándole el celular—. Hazlo.

—Es tu padre, Alexandra.

Finn le regresó su celular con una sonrisa.

Te aprecio mucho, macho. Tú puedes, preciosa.

—Pues... define salir, porque salimos al cine, a conciertos, a comer... —Finn rodó los ojos con diversión y golpeó levemente el brazo de su novia.

Sabes a lo que me refiero, jovencita.

—¡Ay, mira! ¡Qué coincidencia! Justo Finn acaba de llegar, dice que tiene algo que decirte—le lanzó el celular al pelinegro.

—¿Qué te pasa? —susurró—, es tu papá, no mío. ¡Le tengo pánico! —le regresó el celular.

—Dile, gallina.

—No, me da miedo tu papá —se lo regresó.

—¡Finn!

—Dijiste que tú eras el macho de esta relación, haz tu papel, Evans.

—Te regreso el rol, Wolfhard.

—¡Ya dejen de estarse peleando! ¿Son novios sí o no? —gritó cansado Scott—. No estoy jugando, niños.

—¡No! —respondió Alex.

—¡Sí —gritó Finn al mismo tiempo que Alex, al oír la respuesta de la pelirroja la miró con indignación—! ¡Ah! Con que niegas, ¿Eh? ¡Sí, si estamos saliendo! Y su hija se la pasa de besucona conmigo, hasta de lengua.

—¡Finn, no seas asqueroso! ¡Es mi papá, idiota! Espérame, papá.

Alex silenció la llamada mirando molesta al chico.

—¿Me vas a explicar qué te pasa, estúpido idiota malnacido? —regañó—. Eso ni en tus sueños ha pasado.

—¿Segura?

—¡Finn!

—¡Bien! Ya me no diré nada. No me dejas ni bromear. Ya quítale el silencio, le diré solo la verdad.

—Como decía —continuó Alex—. Te decía que no le creyeras a ese animal.

—¿Qué cosa no le debería creer? —dijo con diversión Scott.

Finn miró con indignación a la chica y asintió.

—No, no, no, dámelo —le arrebató el celular—. Su hija y yo estamos saliendo desde hace tres semanas. Y déjeme decirle que ella es la que no quería confesar nuestra relación, como puede notar la sigue negando. Así que si va a regañar a alguien ese alguien no seré yo, debería ser ella.

—¡Ya cállate, imbécil! Yo le dije a él desde el inicio que te dijera y no quiso, dile algo a él.

—Con todo respeto, suegro...

¡Scott para ti! ¡No, más bien señor Scott!

—Sí, como sea suegro. Déjeme darle razones para no matarme. Número uno, porque aún no paso mi examen de conducir. Número dos, tengo que hacer tarea y graduarme.

Waves -Finn Wolfhard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora