Waves -Finn Wolfhard-

90. Adore you.

Finn:

Después de un largo periodo de tiempo viendo a Kendall simplemente escribiendo en su laptop sin decirme palabra alguna resoplé dándome vueltas sobre su cama.

Me gusta verla, pero después de más de dos horas se vuelve aburrido solo verla sentada en su escritorio ignorando mi presencia.

Y sé que ya me dijo por décima vez en el día que me callara e incluso ya me mordió, pero después de que nos reconciliamos no creí que este sería mi premio por ser fiel.

—¿Ya casi terminas? —pregunté viéndola de cabeza—. Ponme atención, soy un bebé que necesita tu atención.

—No eres un bebé, eres un idiota que me prometió que se callaría en lo que terminaba mi tarea —volteó viéndome con fastidio—. Dame cinco minutos más.

—¿Por qué no hiciste tu tarea el viernes? ¿Por qué hoy?

—El viernes salí con ustedes, idiota. Recuérdalo —continuó escribiendo.

—¿Y el sábado en la mañana? Pudiste hacerla antes del concierto, floja.

—Fui al partido de Chris —rodé los ojos al escuchar su nombre.

Christopher, blah, blah, blah, blah.

Ese qué, ni quién lo quiera. Ni su mamá lo quiere.

—Ya cásense —comenté burlón mientras me sentaba en la cama.

—¿Qué querías? —me miró con los ojos entrecerrados—. ¿Querías que me quedará solterona toda la vida? Tenía derecho a conseguirme alguien más, pedazo de idiota.

—No te ibas a quedar sola —rodé los ojos—. Sabía que íbamos a volver.

La pelirroja me miró burlona y sin soportar mucho tiempo comenzó a reírse literalmente en mi cara. Y sigo sin entender qué es divertido.

No dije nada gracioso.

—No hemos vuelto —carcajeó—. Vuelves al inicio, amigo.

Miré con una ceja alzada.

A ver, eso no estaba en mi plan.

¿Quién entiende a esta mujer?

—¿Qué dijiste?

—No somos novios.

—¿Qué? —me levanté de la cama—. Pero tú me dijiste que me amabas —le apunté.

—Lo hago —sonrió—. Pero no somos novios.

—Estoy confundido. ¿Me estás rechazando otra vez? ¡Ya habíamos pasado por esto, Evans!

—Finn, tienes novia —me apuntó—. Cuando tú y ella terminen, nosotros podremos volver —sonrió—. Pero, por lo tanto soy tu amiga la soltera.

Nunca voy a entender a esta mujer.

Primero me dice que no, luego que sí y luego que después.

¿Por qué me tenía que gustar lo difícil?

Bueno, vale la pena si se trata de ella.

La he esperado más tiempo, dos meses no es nada.

—Amiga con derechos —sonreí.

—No.

—¿Segura? —recargué mis manos sobre su escritorio tapándole la vista, sonreí tratando de verme coqueto pero me sentía como un idiota.

—Estoy completamente segura. No.

—Cállate, me rompes el corazón.

—No.