41. The cure.

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Narrador:

—Cariño, ¿Puedes por favor dejar de brincar tanto? —se quejó Scott viendo a su hija entusiasmada.

Alex negó y siguió viendo el traje de su padre, le gustaba como se miraba en él.

—¡Luces bien! ¡Llévalo! —sonrió acomodando su corbata con sus manos—. No sé hacer nudos, pero un día miré a Nick hacerlo y creo que puedo —comentó.

La chica siguió intentando hasta conseguir algo decente.

—Perfecto —sonrió—. Y Nick decía que era una inútil —comentó con gracia.

—Veo que te llevas muy bien con Nick, ¿Cierto? —la chica asintió—. Ya veo. ¿No te gustaría tener amigos de tu edad?

—Finn es casi de mi edad —se alzó de hombros.

—Finn es mayor por un año, y no es tu amigo —su padre le miró incrédulo.

—Bien, Finn no cuenta. En ese caso, Nick es mayor pero su mentalidad es la un niño de cinco años, él cuenta —sonrió.

—A veces me pregunto a quien sacaste lo boba, seguro a tu madre.

—¡Qué grosero! —cruzó sus brazos—. Seguro también de ti.

—Bastante. ¿Quieres algo de comer?

—¿Me compras un helado, cumpleañero? —sonrió mostrando su dentadura.

Scott miró con diversión a la chica, recordando que desde pequeña cuando quería algo siempre actuaba igual. Sonreía ampliamente y miraba con intensidad para conseguir lo que quería.

—No puedes desayunar helado.

—¿Y un waffle acompañado de helado?

—Uh, ¿Con chocolate? —dio pequeños aplausos.

—Con chocolate —afirmó dando brinquitos.

—¡Podemos desayunar helado!

{...}

—Por tu culpa soy gordo —gruñó.

Scott sobaba su estómago recostado en el sofá. Alex miró con indignación para después dejar las bolsas de sus compras en la mesa.

—Nadie te dijo que te comieras ese cuarto waffle.

—Soy un obeso, creo que tengo diabetes —exageró.

Scott continuó culpado a Alexandra como mala influencia mientras se quejaba de su estómago hinchado.

—Por tu culpa no me va a quedar el traje en la noche, te aborrezco.

Alex rió levemente y se sentó en el piso mirando a todos lados.

—Es extraño escuchar tanto silencio —comentó analizando la casa.

—¿De qué hablas, Alex? La casa siempre ha sido silenciosa.

—Lo sé, pero cuando vives con los Wolfhard el silencio es un milagro. Nick siempre está jugando o molestándome, Finn repasando sus líneas y siguiéndome por todos lados para molestarme, Mary y Eric viendo la televisión o escuchando música. Es muy raro que la casa esté en silencio.

—Tengo un... amigo, sí, podría decir que un amigo. Tiene un niño de cinco años y cuando viene a casa es un desastre —rió—. Ese niño tiene muchas energías, corre, grita, baila, ríe y juega todo el tiempo. Me recuerda a ti.

—¿Conozco al padre?

—No. Se llama Charlie, lo conocí hace unos meses. Quizá algún día lo conozcas, si quieres.

Waves -Finn Wolfhard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora