50. End of the day.

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Narrador:

—¡Vamos a otra aventura más! —gritó Finn jalando a su novia junto con él.

—Cállate —ordenó recargándose en él—. Sigo sin entender por qué demonios te acompaño si vas a estar ocupado y pude quedarme con Nick para pelearme con él todo el día.

—Porque si te quedabas con él me ibas a extrañar, mi hermosa.

—Cierra la boca, pedazo de basura que viaja más de lo que debería.

—Vamos, quita esa cara —tomó sus mejillas sacudiendolas para molestarla—. Ya veras que cuando estés con los chicos se te olvidará que no querías ir.

—No —quitó sus manos de su rostro—. Tengo sueño, me duelen los pies, me quiero morir y tú me molestas, ¿Qué más quieres de mí?

—Eres una exagerada, Evans —rodó los ojos—. ¿Te cargo, payasa? —Alex asintió subiéndose en su espalda y agarrándose de él para no caerse.

—Si me tiras, mueves o despiertas te juro que te golpeo.

—Amenázalo con algo peor, hija —aconsejó Eric—. No sé... quizá con terminarlo, eso dolería más considerando que te dijo que te amaba y no le dijiste nada —dijo burlonamente—. Uy no debía decir eso...

—¡Eric, se supone que no lo sabemos! —regañó Mary.

—¡Maldito Nick! —gritó Finn—. Lo mataré.

—¡Shh... hay gente que intenta dormir en la espalda de un idiota! ¡Cállense!

—¿No escuchaste lo que dijo papá?

—¡Shh!

—Lo bueno que cuando tiene sueño parece drogada.

—Finn, no seas bobo. Escuchó perfectamente pero no piensa responder —se burló Eric.

—¡Shhh! Dejen de sacarme mis verdades a la luz.

—Parece una bebé —comentó Mary pasando los boletos a la chica que atendía.

Las pocas personas que se encontraban ahí miraban con rareza, y otras con ternura a la joven pareja.

Los cuatro abordaron el avión, mientras que la joven no despertó en ningún momento, ni siquiera cuando el chico la acomodó en su asiento.

—Ya se durmió —dijo Eric riendo mientras miraba a la pelirroja recargada en los hombros de Finn.

—¿Qué se podía esperar? Vino obligada —respondió Mary.

—Hey, no vino obligada —Fin alzó su dedo índice—. Vino con la condición de que le compraría rosas y que la dejaría hacer su tarea en paz.

—Pero no le compraste nada.

—Bueno, no se puede tener todo en esta vida. Yo no tengo una novia normal que me pueda llamar por un apodo que no sea "imbécil" ¿Ella por qué debería tener sus rosas?

—No entiendo cómo demonios Alex pasó de odiarte a amarte —comentó con gracia Mary.

—Cariño, recuerda que Alex no le dijo que lo amaba.

—¡Es la última vez que mi familia se burla de mí!

—Bien, eso pasará cuando ella te diga te amo.

—¡Pff! Resígnate al "jamás."

—¡Mamá!

{...}

—Hombre tenias que ser —Alex cruzó sus brazos sin dejar de caminar.

—¿Qué tiene que ver que sea hombre, Evans?

Waves -Finn Wolfhard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora