Waves -Finn Wolfhard-

42. More than words.

Narrador:

—Bueno, fue divertido mientras duró —comentó Scott mirando su casa, la cual ya se encontraba vacía y algo sucia.

Eran pasadas de las tres de la mañana y ya solo se encontraban los Evans y los Wolfhard.

—Ni creas que yo voy a limpiar este cochinero —dijo Alex—. No soy sirvienta de nadie.

—¡Es mi cumpleaños!

—¡Era tu cumpleaños! —corrigió—. Se acabó.

—¡Hey! Si eres sirvienta de alguien —chasqueó sus dedos Eric.

—¿De quién?

—De Nick, dos veces por semana por treinta dólares.

—¡Era secreto, papá!

—¡Sabía que no eras tú quien limpiaba tu habitación, Nick! —le apuntó Mary—. No eres tan bueno limpiando.

—¿Treinta dólares? ¡Yo te ofrecí treinta y cinco y me dijiste que no! —reprochó Finn—. Bruja.

Alex sonrió alzando sus pulgares.

—¿Abrirás tus regalos? —comentó con entusiasmo cambiando el tema de conversación.

—Cariño, esos señores son unos reverendos tacaños. Con trabajos me dieron un reloj y vino —comentó con gracia.

—Uy, qué amargado —rodó los ojos con gracia y lo abrazó—. La abuela no vino ¿Cierto? —Scott negó.

—Por cierto, me gustó bastante tu regalo. Recordaste cuándo decías que eras mi princesa, ¿cierto? —asintió.

—Así es, Evans —sonrió.

—Bien, creo que nosotros nos iremos a un hotel, disfruten su noche —comentó Eric queriendo partir.

—Ni de broma Eric Wolfhard —dijo la pelirroja—. ¿No ven esta casa? Está más sola que... que algo solo, se van a quedar aquí, ¿Bien?

—Vaya, ahora la mocosa nos da órdenes —respondió con gracia Nick y la abrazó—. Así de mandona te quiero, mugrosa.

—Vaya, la insultadora es insultada.

—Me parece una gran idea, quédense hasta que lo deseen —sonrió con amabilidad Scott viendo a la familia y deteniéndose en Finn para analizarlo unos segundos.

—Bueno, creo que no sería una mala idea —sonrió Mary.

—Vengan, les prepararé las habitaciones.

Scott guió a la familia por las escaleras para mostrarle las habitaciones disponibles.

—Y aquí se puede quedar el menor —sonrió mirando a Finn—. O en el patio...

—Ah... gracias, señor Evans —respondió nervioso.

—Sí... como sea. Después hablaremos tú y yo, jovencito.

—Papá, ¿No tienes cosas más importantes por hacer que andar asustando a mi animal?

—Quizá, ¿Tú no tienes tarea? —se cruzó de brazos.

—Papá... —regañó—. Ya vete a dormir mejor, mañana tienes trabajo, borracho.

—Ya me voy, pero los estoy vigilando —Scott besó la cabeza de Alex y se desapareció por los pasillos de la casa no sin antes darle una mirada seria a Finn.

—Bien, no entendí nada. ¿Qué pasó en mi ausencia? —frunció el ceño el pecoso al ver la actitud de ambos—. ¿No se mataron entre ustedes?