72. Sweet boi.

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Alex:

Bueno, nunca dejen a Charlie beber alcohol después de las doce de la noche.

Después de querer "brindar", más bien parece que dijo; "me voy a poner borracho como jamás lo había estado" y así lo hizo, el pobre parecía muerto.

Como la responsable que soy me tocó cuidar a mi precioso Cody el resto de la noche para que no viera a su padre alcohólico.

Mi papá estaba completamente avergonzado frente a la abuela quien solo miraba a Charlie como si fuese un vagabundo con problemas de alcoholismo, y yo miraba divertida porque ahora mi abuela tenía otro objetivo distinto para criticar.

—Come —ordené dándole su plato—. No sé por qué traes lentes de sol si estás dentro de la casa Charlie.

—No me grites —puso sus manos en sus oídos tapándolos—. No estoy para tus regaños, mamá.

—No soy tu mamá.

—Lo que digas mami.

—Le estás dando un mal ejemplo a Cody —susurré.

—Cody vete a dormir —ordenó—. No veas a tu hermana la mandona.

—Cody está en su habitación dormido.

—¿Y entonces por qué me jodes?

—Porque cuando mi bebé se despierte no quiero que te vea así.

—Okay, boomer.

Rodé los ojos y golpeé su cabeza.

—¡Me voy a morir! ¡La casa se está cayendo en mi cabeza! ¡Ahhh! —se ocultó debajo de la mesa y lo miré preocupada.

—Jamás en tu vida volverás a tomar alcohol, no sabes controlar la resaca —lo jalé obligándolo a salir de la mesa—. Siéntate y come, ridículo.

—Ay, tampoco me jales —hizo un puchero—. No soy Finn para soportar tus malos tratos.

—Estamos hablando de ti, no de él.

—Ya déjame. Casi me muero y nadie me ayuda.

—Te ves ridículo, Charlie —reí.

—Tengo una idea. ¿Si te doy diez dólares te vas y te llevas a Cody? En lo que me quito la resaca.

—Que sean cuarenta.

—¿Por qué cuarenta? —alzó sus lentes—. No soy millonario, estúpida.

—Son diez para mí, diez por llevarme a Finn y son otros veinte por Cody —sonreí—. ¿Trato?

Charlie me mostró su dedo medio y sacó el dinero de su billetera de mala gana.

—No los quiero aquí en cuatro horas, pero lleguen antes que tu padre.

—Trato hecho —sonreí y tomé el dinero—. Nos vemos, borracho —caminé saliendo de la cocina para dirigirme a las escaleras.

—¿Y qué vamos a hacer? —Finn me siguió y lo miré.

—Llevaremos a Cody a comer y compraremos unas cosas —me alcé de hombros—. ¡Cody busca un suéter!

—¡Deja gritar maldita escuincla me duele la maldita cabeza! ¡Ya váyanse!

—¡Cállate maldito borracho primerizo! —grité—. ¡Cody!

Al no oír respuesta alguna decidí subir y entrar a su habitación.

—Finn ven —susurré con ternura dando unos pequeños brincos—. Mi bebé, precioso —apunté sobre la cama del pequeño.

Waves -Finn Wolfhard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora