Waves -Finn Wolfhard-

48. Real friends.

Narrador:

—¡Yo no abriré! —gritó Nick apenas escuchó el timbre de la puerta sonar.

—¿¡Alex puedes...!?

—¡No! —gritó desde arriba.

—Estoy harta de hacer todo yo. ¡Finn, abre la puerta! —ordenó Mary.

—Estoy estudiando mi diálogo —dijo obvio desde el sofá—. Dile a Nick, él no está haciendo nada. Yo sí.

—Abre la puerta, he dicho.

—Que lo haga Kendall, y aunque me duele delatarla, ella nada más está existiendo.

—Te dije abre la puerta, anda —Finn rodó los ojos y se levantó del sillón.

—Todo lo hago yo en esta casa, el día que me muera no harán nada y se les acabará su sirvienta—bufó abriendo la puerta—. ¿Disculpa? Las pesadillas se hacen realidad —susurró.

—Oh... hola... Finn —el muchacho la miró con el ceño fruncido y bastante confundido sin tener la más mínima idea del por qué ella estaba ahí o siquiera para qué—. ¿Cómo estás?

—Eh... Perdón, ¿Qué haces aquí? No quiero ser descortés o algo, pero...

—Sí como sea. Directo a lo que vengo, ¿Está Ale? —interrumpió tratando de ver dentro de la casa—. Quiero verla.

—¿Para qué la quieres? —la miró un poco molesto—. Además, ¿Cómo sabes esta dirección?

—Le pregunté a un amigo tuyo... bueno, investigué un poco y me dijeron que Ale vivía contigo, quiero hablar con ella —sonrió—. Háblale, gracias.

—¿De qué? ¿Para qué? —alzó una ceja—. ¿Sobre qué?

—Si no te molesta son cosas personales. No te incumben en lo absoluto, no creo que siquiera sepas de ella como yo.

—Claro que no la conozco como tú. La conozco mucho mejor que tú.

—Ajá. Son cosas personales, por ende necesito hablar con ella, no contigo. Bueno... contigo después.

—¡Claro! Si quieres pasa y siéntate en el sofá, ¿No quieres un café también? ¿Donas? —comentó sarcástico—. Quizá puedan tomar café mientras hablan de lo bien que besaba Caleb, ¿No? Después de todo tú también sabes, ¿No?

—Oh... veo que ya sabes sobre eso. Pensé que Ale seguía siendo reservada y no le contaba esas cosas a desconocidos, ya veo que no tanto —miró incómoda.

—Pues para ti seré un desconocido, pero para ella no. El único desconocido aquí eres tú.

—Mira creo que no son cosas que te importan a ti.Te pido que le hables a ella, no quiero perder mi tiempo.

—No. Ella me importa lo suficiente como para dejar que tú vuelvas a ponerla mal.

—¿Yo?

—La semana pasada se la pasó estresada todos los días por una sola vez que te vió y para lo poco que te habló. Mejor vete, por favor. Apenas se está estabilizando, no lo arruines.

—Me haces perder mi tiempo. No necesito tu discurso innecesario.

—No. Creo que ella dejó muy en claro que no te quería ver. Adiós —Finn hizo un ademán de querer cerrar la puerta, pero la chica intervino con su pie.

—Por lo menos déjame pedirle perdón, todos merecemos segundas oportunidades, ¿No?

—Ya me quedó claro que tú no.