| E x t r a 5 |

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Alex:

—Hola cariño —saludó Finn cuando vio a Lily entrar a casa, la niña le miró de mala gana y subió con prisa las escaleras.

—No.

Finn y yo nos miramos con el ceño fruncido sin comprender su actitud. Sí, es bastante malhumorada cuando está estresada, pero nunca lo es con nosotros dos. En primera porque yo tengo el mismo humor y la castigo hasta por si me mira feo dos segundos, y en segunda porque nos adora y aunque esté molesta no lo hace.

Al escuchar el portazo de su habitación miramos a Joey quien estaba recostado en mis piernas viendo con atención su celular.

—Alexandra, ¿Adónde fue la niña? —Finn me miró con el ceño fruncido.

—El de los permisos eres tú, amor —sonreí.

—No me hagas idiota, los dos sabemos que esos niños siempre te piden a ti y solo vienen conmigo cuando tú les dijiste que sí, pero les dices que me pregunten para que crea que han venido primero conmigo y no contigo —cruzó sus brazos.

—¡Al fin! Creí que jamás te darías cuenta —exclamó Joey alzando las manos—. ¿Ya podremos dejar de fingir, mami?

—Cállate renacuajo —regañé—. Fue con... Camero —resoplé—. Siempre he dicho que los hombres son unos buenos para nada, algo le dijo a mi niña.

—¿Te tengo que recordar que tienes un hijo y un esposo, madre? ¿Cómo te atreves a decirme bueno para nada? —reclamó mirándome con indignación.

—Que yo recuerde le di permiso para ir con Rachel para hacer tarea, no para ir con Cameron, cariño —entrecerró los ojos.

—Hasta yo sé que cuando dice que estará con Rachel es porque se va a besuquear con su novio.

—¡Joey! —regañé—. Eres horrible, hijo. Te juro que no te vuelvo a cubrir en nada.

—¡Éramos un equipo, Alexandra! —me regañó Finn negando con la cabeza—. Vamos al cuarto, tenemos cosas por discutir.

Se levantó caminando a las escaleras, pero yo permanecí en mi lugar abrazándome de Joey esperando no tener que seguirlo o me toca regaño.

—Max está dormido —sonreí—. Se pone de malas si lo despiertas.

—Alexandra.

—Ya voy —resoplé, me di la vuelta apuntando a Joey con mi dedo—. Ya verás, mocoso.

—Camina —ordenó Finn tomando mi mano arrastrándome a su paso.

Me senté en el borde la cama tratando de no despertar a Max quien dormía plácidamente en mi cama, y sonreí mientras Finn aún sostenía mi mano, pero me miraba con molestia.

—¿Qué pasó mi amorcito? —sonreí lo más linda posible—. ¿Sabías que te amo con todo mi corazón, cariño?

—Buen intento, Alexandra —resopló soltando mi mano.

—¿Sabías que me desespera que me llames por mi nombre? —crucé mis brazos.

Eso no era chantaje, eso era verdad. A ver, ¿Quién le autorizó dejar de llamarme amor?

Para él no me llamo Alexandra, para él soy amor y se acabó. Y es su culpa que me haya acostumbrado, ¿Para qué me consiente? No me puede dar algo y luego quitármelo.

—¡Así te llamas!

—¡Vas a despertar al niño! —regañé apuntándole—. No sé qué haces regañándome, los dos hacemos trampa. Yo siempre les doy permisos antes de que tú se los des, y siempre los cubro en las babosadas que hacen. Y tú siempre les quitas los castigos que les pongo. Es empate.

Waves -Finn Wolfhard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora