69. My my my!

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Alex:

—Alexandra, ¿Para qué demonios compraste tantas cosas? —me giré en mis talones para ver al tonto dueño de la voz, quien como siempre me regañaba. 

—Son para mi bebé —sonreí arrebatándole de las manos la ropa a Finn.

—¿Me compraste regalos, bebé? 

Rodé los ojos negando.

En verdad, Finn jamás perdía el tiempo.

—Sí, te compré algunas cosas. Pero no eres mi bebé, me refería a Cody y lo sabes perfectamente, Wolfhard.

—Yo soy tu amor, tu vida, tu bebé y tu princesa —me miró indignado—. Ámame, no te resistas a  mí, preciosa.

—No me resisto —reí—. Solo eres un fastidioso de primera, por eso Cody te odia.

—Mi gran propósito de estas vacaciones es hacer que Cody, Scott, tu abuela y tú me amen —sonrió.

—Finn, pides mucho —bromee para molestarlo.

—Bueno, me conformo contigo y Cody —alzó sus pulgares.

—Mi abuela.

—La tuya.... ¡Ah, soy un idiota! 

Ambos reímos y asentí repetidas veces ante lo dicho.

Era un completo y gran idiota, pero era uno precioso. Y era justamente el idiota que amaba, y sabía que mi familia lo amaría por igual.

—Creo que es la primera cosa que has dicho en la que estamos de acuerdo, Finn —guiñé.

—Sí, sí, lo que digas mi querida. Solo venía a avisarte que en quince minutos nos vamos, termina de hacer tu maleta y revisa dos veces tus cosas porque siempre olvidas algo cada vez que vamos de viaje, boba.

—A tus órdenes, narizón.

Al instante, me miró burlonamente analizándome, era obvio que me quería insultar de igual manera. Como siempre, rencoroso, por ello nos llevábamos bien.

—¡Eres una maldita grosera! Hmm.... cara de... no, eso no —pensó—. ¡Cabellos de...! ¡Joder Evans! ¿Por qué eres perfecta?

—¡Ay, por favor! —reí negando mientras cruzaba mis brazos—. Tienes como mil insultos en mente, siempre me los dices. No te hagas el inocente.

—Sí, pero tengo que verme como un excelente novio, ya que tu padre me matará en cuanto lleguemos a tu casa, Evans.

—Siempre buscando tu conveniencia, animal.

—Claro, horrenda roja. 

{...}

—¡Ya llegué! —grité lanzando mi maleta en el piso. Dejando detrás de mí a mi padre y a Finn, quienes traían el resto de mis cosas así como las de mi acompañante idiota.

Permanecí parada en la entrada de la casa, en verdad se sentía bastante distinto a la última vez que había estado ahí. Se encontraba decorado para las fiestas y lo hacía sentir acogedor y completamente encantador. Amaba esto.

—¡Ale, Ale, Ale! —escuché la voz más angelical y preciosa de todo el mundo para después ver a ese pequeño niño correr con su brazos abierto hacia mí.

Lo tomé en mis brazos y lo cargué mientras besaba sus pequeñas mejillas rosadas. 

Había esperado tanto por esto, tenerlo en mis brazos era lo más hermoso que me había pasado en mucho tiempo. Cody era tan blando y precioso que deseaba llorar de la felicidad de por fin tenerlo junto a mí.

Waves -Finn Wolfhard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora