Waves -Finn Wolfhard-

55. Nothing even matters.

Finn:

—Y... ¿No creen que fechas importantes están por venir?

Nick y yo nos miramos burlones sabiendo a la perfección lo que ella intentaba decir.

Kendall era algo rara respecto a su cumpleaños. No le gustaba que le hicieran fiestas grandes ni regalos, pero le encantaba la parte de ser llena de abrazos y recordatorios de que es su cumpleaños.

En casa habíamos acordado pretender que nadie lo recordaba y seguir organizando todo a escondidas de ella. Así como su padre tampoco podía comentarle nada.

Y, como nadie le había dicho nada al respecto comenzaba a lanzar indirectas al respecto.

—Sí, ya casi es Halloween —sonreí.

Miré de reojo como ella hacía una mueca con fastidio.

—¿Nada más eso?

—¡Ah, sí! El veintiuno es cumpleaños de Nick.

—¿Y no hay otra cosa importante antes de eso, Wolfhard?

—Hmm... —posé mi mano en mi barbilla—. No, creo que es todo por este mes. ¡Ah, el cumpleaños de Caleb!

—¿Ajá...? —sonrió—. ¿Algo más?

—Hmm... me parece que no, quizá algún concierto. No lo sé, después veo mi agenda —me alce de hombros.

—¿Estás segurísimo?

—Ya cállate Alex, no hay nada importante antes de eso, deja la insistencia y vete a pintar o algo —ordenó Nick viéndola burlonamente.

—¿Están seguros que no olvidan algo muy, muy, muy importante? —nos miró extendiendo sus brazos—. ¡Piensen!

Ambos nos miramos con una sonrisa cómplices.

—No —respondimos al mismo tiempo.

—Los odio muchísimo, en verdad. Ya mejor me voy con Ayla, ella no me haría esto —cruzó sus brazos alejándose de nosotros.

—¿Vas a salir con ella hoy? —pregunté alzando la ceja.

—Sí, aquí nadie me pone atención —me miró mal sin dejar de caminar fuera de la habitación—. Idiotas.

Me aseguré de que se marchara completamente y saqué mi celular con una sonrisa.

—Dile a la amante de Alex que no diga nada de su cumpleaños y que la ignore.

—Le diré que no le diga nada referente a su cumpleaños, pero no que la ignoré —le miré—. Todavía está en sus días y va a terminar llorando.

—¿Aún cuentas su ciclo? —asentí.

—Se supone que termina mañana, si amanece de malas es porque conté bien.

—¿No debería despertar de buenas?

—No, cuando está en sus días despierta sentimental, cuando está normal despierta enojada.

—Tiene sentido para mí —se alzó de hombros restándole importancia—. ¿Ya le compraste su regalo? Te recuerdo que tu virginidad no cuenta.

Rodé los ojos mientras le mostraba mi dedo medio con una sonrisa sarcástica.

—No es gracioso.

—Para mí lo fue —sonrió—. Te recuerdo que no puedes regalarle flores, porque ese es mi obsequio.

—No tengo ni idea de que darle —resoplé—. Mis papás no me dejaron adoptar un perro para dárselo.

—Posiblemente amaría a ese perro más que a ti, y eso que no te ama.