52. Compass.

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Narrador:

Sin duda unos meses podían cambiarte mucho de diferentes maneras.

Tres meses habían pasado desde aquel día, después de todo, ella misma decidió que debía buscar ayuda.

Y como su padre decía; la aceptación es el paso más difícil. Y ella finalmente lo había superado.

Volvió a Seattle con su padre para atenderse con su antigua psicóloga. Así mismo, se atendió con un nutriólogo. A los pocos días terminó internada en un hospital durante esos tres meses.

Afortunadamente su progreso había sido demasiado rápido y estable.

Después de tres y medio meses le habían dado de alta oficial. No estaba al cien por ciento y ella lo sabía, pero lo suficiente para no volver ahí y poder estar fuera sin ningún problema.

No había perdido comunicación con los Wolfhard. De hecho, les llamaba cuando le dejaban hacerlo.

Y también había fortalecido su vínculo con su padre. Había días en los que solía sacarla un rato para comprarle comida, llevarla al cine o a la playa para pintar o simplemente para platicar.

En su estadía ahí había retomado la pintura como su herramienta para distraerse y mantener su mente ocupada en otras cosas.

No había visto a Finn en todo ese proceso, pero sabía que él estaba trabajando y ocupado por sus múltiples proyectos. Cosa que le alegraba, le agradaba la idea de que él también estuviera ocupando su mente en otras cosas y no pasara mucho tiempo preocupándose por ella.

—Tu cumpleaños está cerca, Alexandra —mencionó su padre mientras manejaba sin despegar la vista del camino—. ¿Deseas hacer algo? ¿Quieres algún regalo en específico?

—No, no lo creo. Podrías solo comprarme un pastel y... bueno, invitamos los demás, ya sabes.

—Se hará lo que quieras, cariño —asintió—. Hablando de cosas que quieres. ¿Extrañas a tu noviecito ese?

—¿Tú qué crees? —miró burlona—. Por supuesto, aún me debe unas rosas.

—Hablando de eso; ¿Cómo por qué le dijiste que yo era quien encabezaba la lista de los mentirosos?

—¿Yo? ¿Yo dije eso, papi? —negó moviendo sus manos de un lado a otro—. No me acuerdo haber dicho eso.

—Ajá, supondré que dices la verdad.

—Regresando al tema —sonrió—. Lo importante es que quiero ver a mi estúpido.

—Uy sí, muy enamorada, blah blah.

—Con "mi estúpido" me refería a Nick —resopló—. Finn es mi imbécil. Es diferente.

—No sé cómo demonios es que ustedes dos terminaron siendo mejores amigos. Y peor aún, no entiendo cómo demonios terminaste siendo la novia del hijo de mis mejores amigos de la adolescencia.

—Los caminos de la vida, padre.

Alex extrañaba demasiado a Finn, no había visto su rostro desde hace casi cuatro meses, no lo había tocado, ni besado y tampoco escuchado directamente su voz, y extrañaba demasiado tenerlo cerca.

Lo último que recordaba de él era su rostro triste al verla partir de nuevo.
La gran parte de su relación fue a "distancia" y no habían podido estar juntos mucho tiempo, pero sabía que ella estaba completamente entregada a lo que estaba haciendo; mejorarse a sí misma.

Y sobre todo, que era lo más sano para ella y las personas a su alrededor.

—¿Quieres ir a algún lado a celebrar que ya estás de regreso, mi niña?

Waves -Finn Wolfhard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora