La cajita de madera

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— Bien, entonces es un hecho coloca el bollo Calaverita como platillo especial para el mes de noviembre, también necesito que te inventes uno para diciembre. Al parecer las temáticas han tenido buenos resultados con la gente... Si, no te preocupes Alex, sé que tienes que salir temprano. Salúdame a Mateo y a los demás. — Cuelgo el teléfono mientras me recargo un poco en la silla de piel en la que estoy sentado.

Me duele la garganta un poco, siento ese clásico raspeo al pasar la saliva, también me duelen los ojos de ver tanto la computadora, decido quitarme mis lentes mientras miró alrededor mi oficina, llena de libros, reconocimientos y algunos armatostes y herramientas. Doy algunas respiraciones profundas para poder calmar un poco una pulsación en la cabeza que no me ha dejado en paz. Todo se ve interrumpido gracias a mi celular que comienza a sonar, provocándome un pequeño tic en el ojo derecho contesto con un enojo que tenia que ocultar al ver el numero de la pantalla.

— Hola buen día... Si, soy ese mismo a su ordenes doctor. Si estoy al tanto del proyecto de investigación, tengo aquí mismo en frente de mí la carpeta con toda la información y el plan de trabajo además de los diagramas y datos... — Odio trabajar en la oficina de la casa, es mi día libre y tal parece que dios me odia por aventarme tal carga de trabajo. —... Ok, lo consultaré con mi colega el Dr. Miramontes y con todo el equipo de trabajo, cuando tengamos una resolución determinada recibirá un correo donde tendrá nuestra respuesta a la colaboración en conjunta de ambas universidades... Si, no se preocupe. Muchas gracias por llamar, bye. —

De nuevo cuelgo el teléfono y veo un mensaje el cual solo me hace enojar más.

— Ese hijo de la madre tierra, siempre es lo mismo, le mando mensajes y simplemente me ignora hasta días después. Pero ya vera cuando venga, le daré sus buenos putazos... ¡AHH! ¡Ya me emputé! — Grito enojado mientras alzo mis brazos cuando de repente oigo que tocan la puerta aunque sé de quien se trata. — Pasa hija.

— Papá... ¿Está todo bien? Te traje una taza de té y de repente escuché que gritaste. — Entrando de manera lenta, mi niña de 13 años me mira preocupada mientras yo respiro un poco. Veo una tetera y una taza de porcelana además de un pequeño plato con galletas de distintas formas.

— No te preocupes mi niña. Todo está bien, solo que estoy enojado porque tengo que trabajar en mi supuesto día libre, más porque te había prometido llevarte a la juguetería a que escogieras el regalo de cumpleaños de tu primo. Lo siento. —

— Todo está bien papá, será después. — De repente veo como la pequeña sonrisa de mi hija se desvanece en algo parecido a culpa. Eso era raro.

— Hey, ¿Qué pasa mi amor? Aquí, quien debería tener cara de culpa soy yo, no tú. ¿Qué sucede? — Pregunto.

— Es que... Bueno... Estaba buscando un libro que me leías de pequeña, ayer busqué aquí pero no estaba, pero hoy en la mañana recordé que guardabas algunos en tu habitación arriba del closet y decidí buscarlo... La cosa es que no sabía que estaba ahí y tampoco me fije pero... — Veo como de las bolsas de su sudadera de repente saca una cajita de madera deshecha junto con su tapa con aquel dibujo de mariposa que también maltratada deja todo en mi escritorio, junto con las cosas que había dentro. — Perdón. —

— Ay no. La cajita de madera. — Digo triste y desanimado al ver las partes de madera y tomarla entre mis manos.

— Sé que es muy importante para ti. Y en serio no me fije. — Vi lágrimas salir del rostro de mi hija pero me levanto y dando la vuelta al mueble me recargo en la orilla del escritorio en frente de la niña.

— No llores, no estoy enojado. No pasa nada, además la madera ya estaba algo vieja y desgastada después de tantos años. Tal vez la mande arreglar o haga una nueva. Pero ya, todo está bien. — Con una sonrisa trato de calmar a mi hija poco a poco deja de llorar, y mientras eso ocurre miro todo el contenido de la caja tomando una cadena entre mis manos y viendo la placa de color negro que tenía colgando. Cuando menos me doy cuenta veo a la niña limpiarse el ultimo rastro de lágrimas de sus ojos y más calmada. — ¿Mejor? — Su cabeza me dice una respuesta afirmativa — Bien, ve a tu habitación, lávate la cara, descansa un poco para que se te deshinches los ojos mientras yo acabo el trabajo y después vamos por una banana Split del centro. ¿Qué te parece? —

De nuevo no dijo nada, todo fue con un gesto de una pequeña sonrisa al mover su cabeza afirmativamente, lentamente sale y cierra la puerta, aunque en sus ojos puedo notar el gran arrepentimiento que tiene. De nuevo tomo un poco de aire sentándome en mi silla y mirando de nuevo la plaquita de metal. "Sé el reflejo de la felicidad" eso está grabado en un lado al otro esta vacío, parece como si yo tuviera algo que grabar ahí, pero la verdad no tengo idea siempre fue algo extraño, la persona que me dio aquel collar y la caja misma que fue destruida.

De nuevo tomo asiento cerrando un momento mis ojos. Los recuerdos llegan a mi mente y simplemente dejo que pasen como si se tratara de una película. Sonrío al recordad a ese joven yo. Aquel chico que no sabía a donde caminar por la vida... Todo viene a mi mente, aquella noche... Esa noche en que todo cambio, aquella noche cuando lo conocí. — Esteban... —




Cicatriz de Espadas  (Historia LGBT/Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora