Final: El reflejo de la felicidad

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Sus manos estaban revoloteando por encima del agua, comencé a nadar desesperadamente en contra de las olas cuando noté como su cuerpo se iba sumergiendo.

— ¡Damián! — Grité y fue que noté que habían llegado tres salvavidas nadando a un alado mío.

— Déjanoslo a nosotros chico. — Ambos hombres se lanzaron y quería sumergirme tambien, pero de cierta forma algo me decía que esperara. — Tu no tienes nada ¿Verdad? Aun así, sujétate de la tabla. — Escuché del salvavidas quien me acercó una tabla para poder agarrarme. Los segundos que pasaron se me hicieron eternos, pero por fin salieron de la superficie.

— ¡Damián! — Grité al ver como mi esposo se agarraba de la tabla, mientras seguía tosiendo. Las olas eran poderosas, por lo que teníamos que volver. — Yo puedo nadar de regreso, solo ayúdenlo. — Dije y fue que comencé a nadar hacia la orilla, los salvavidas comenzaron a nadar tambien mientras escuché como mi esposo se quedaba de sus piernas.

Fueron minutos los que tardaron en arribar a la orilla, pero al llegar tuvimos que ayudar entre algunas personas y yo para cargar a Damián quien tenía marcas en los pies, completamente enrojecidas y se veían bastante dolorosas. — Al parecer fue una medusa perdida. — Comentó el salvavidas.

— ¿Medusa? — Pregunté asustado.

— Si, peor no te preocupes, se ven feas las picaduras, pero te aseguro que no son letales. Dolor por una hora, medicamento y pomada y estará de nuevo de pie. — Llegaron unos paramédicos acostando a Damián en la playa, la gente rodeaba toda la escena, pero me mantuve a su lado.

— Duele un madral. — Dijo quejándose del dolor de sus piernas.

— Tenemos que llevarlo a que limpien las heridas. — Comentó la paramédico. Lo cargaron y lo llevaron a la ambulancia, rápidamente tomé todas las cosas, agradecí a los salvavidas y fui a su lado de la ambulancia, la mujer de repente tomó una tela suave y comenzó a palpar las marcas con un liquido que reconocí.

— ¿Le está echando vinagre? —

— Es lo mejor de hacer como medida de primeros auxilios, ya que no tenemos agua caliente, es raro que haya un caso así en estas fechas, la temporada de medusas es en julio, pero puede que se hayan quedado algunas que se perdieron de su grupo. — Comentó siguiendo y palpando las líneas rojas con la tela.

— Darío. — Gruñó el abogado tomándome de la mano con fuerza. — Arden un chingo. —

— Tranquilo, pasara el dolor. ¿Por qué entraste tan adentro del mar? Me diste el susto de mi vida, peor que cuando Daniela se creía supergirl y quería lazarse del segundo piso porque le dijiste que su vacuna le había dado poderes. — Damián soltó una risa quejumbrosa.

— No me has reír, duele. —

— Tonto. — Reí también dándole un beso en su mano. — Ahora aguántate como los machos y resiste. — Nos sonreímos a pesar de la situación.

— Se ven tiernos. ¿Cuánto tiempo llevan de ser pareja? — Preguntó la paramédico y fue que ambos nos vimos a los ojos y de cierta forma alegre respondimos al mismo tiempo la pregunta.

— 20 años. —

*

Ya en el hospital después de haber recibido atención medica y haberle puesto pomada, nos dijeron que debíamos esperar otra hora más antes de dejarnos ir. Damián podía salir con su propio pie, pero teníamos que esperar para ver si no había algún cambio en las picaduras. Damián se encontraba viendo la tele y yo estaba a su lado pensativo.

Cicatriz de Espadas  (Historia LGBT/Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora