La reunión de las locas

102 23 0
                                    




Estaba tranquilamente en la cafetería donde estaba atendiendo, muchas mujeres me han preguntado acerca de mi anillo, pero solo les había dicho que era un accesorio que me había encontrado en internet. No era por hacerle el feo a mi compromiso con Damián, pero tenía miedo de cómo podían reaccionar todas mis clientas al saber que me iba a casar.

— Jefe, se ve bastante distraído. ¿Está todo bien? — Comentó una de mis meseras, asentí con una sonrisa ante la pregunta.

— Si, todo está bien. Solo me he sentido un poco raro desde hace unos minutos. — Contesté.

— Puedo cubrirle, si quiere descansar un poco atrás. —

— No es cansancio, más bien es como... — Me quedé pensando en las palabras correctas por decir. — Como una sensación que te avisa del peligro... Parecido. — Dije no tan convencido de mi explicación.

— Se refiere ¿Cómo a un sentido arácnido tipo Spiderman? —

— Exactly. No lo comprendo bien, pero no estoy tranquilo. — Solo tuve que decir eso para que de repente la puerta se abriera dejando entrar a dos fieras gritonas que se lanzaron encima de mí.

— Pinche vato, ni siquiera un mensaje o una llamada. Ahora si sacaste boleto. —

— Asquerosa estúpida como no ibas a contarle algo tan importante a tus comadres de toda la vida. — No podía sacármelos de encima, de repente observé otras dos figuras que estaban en la entrada de mi negocio.

— Alex, Xenres... Help me... — Los llamé y solo se quedaron parados.

— Lo siento, pero también estoy enojado así que es tu pedo. — Comentó el chef tomando asiento.

— Ni loco me entrometo entre esos dos. Ya he aprendido la lección. — Mi sobrino me había abandonado. Teodoro y Javier a pesar de tener mi edad seguían siendo una tormenta como hace años, seguían diciéndome cosas y fue un momento en que me arte y utilicé mis habilidades para doblegar una mano de la loca, y hacerle una llave a la buchona.

— Se calman o los calmó. — Gruñí. — ¿Qué diablos les pasa? — Pregunté enojado.

— ¿Por qué no nos dijiste que te vas a casar con Damián? — Ambos habían soltado la bomba, abrí mis ojos y fue entonces que todas las mujeres de la cafetería dieron el grito de sus vidas y comenzaron a amontonarse a mi alrededor. Tardé un rato en poder calmarlas, pero seguían estando alteradas a pesar de todo, más cuando se escuchó a lo lejos de parte de Alex.

— Oh cierto, felicidades por el embarazo. — Comentó para después sacar la lengua con una cara de seriedad. Las mujeres de nuevo se vinieron encima de mi con más preguntas, gritos y celulares para tomarme fotos.

— ¡Aterricen sus mentes puercas a la realidad! ¡Yo no puedo estar embarazado! — Grité con fuerza, pero era como hablar con una pared. Cuando por fin todo se calmó me quedé tirado en la barra completamente agotado de lo que acaba de pasar. — Chinguen a su madre todos ustedes, espero que diosito los castigue por perras. — Comenté.

— Pues tu también te lo mereces por no darnos la noticia. ¿Desde cuándo tú y Damián volvieron? — Preguntó Teo con seriedad abriendo un refresco de lata.

— Yo tenía entendido que estaban viviendo juntos, pero pensé que después de todos estos años ya no habría problemas o sentimientos de por medio. Ahora me percato que eso que dicen es verdad, siempre habrá fuego entre las cenizas. — Javier por su parte me miraba con enojo, mientras tomaba un té caliente.

Cicatriz de Espadas  (Historia LGBT/Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora