El significado de sus palabras

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— Entonces ¿Quieres nuestra ayuda para tener una cita con Darío aquí? — Comentó el líder de los 4, Tadeo Ornelas quien era quien hablaba por los 3 empleados que se quedaron en el luna café original. Dante, Gael y mi hijo Damián.

Ellos eran el nuevo club de los invisibles.

— Sé que el club como tal, más que ser para ayudar a la gente es un club de fan de Darío Rivero, admítanlo. Y le son fieles, pero vuelvan a su objetivo principal ayudar a los demás, yo necesito su ayuda. — Conociendo a todos sabía que iba a ser difícil, pero tenía que encontrar o crear la posibilidad de que ellos me ayudaran, sabía que contaba con el apoyo de Gael, pero desconocía el pensamiento de los otros tres.

— ¿Y por qué quieres hacerlo aquí? Esto es una cafetería, no un restaurante romántico para parejas. Podrías ir a otro lado. — Sabía que Tadeo era un hueso de roer, también por eso necesitaba jugarle un poco sucio para poder tener su apoyo.

— ¿Lo recuerdas? La platica que tuvimos hace años, cuando un día apareciste mientras nosotros estábamos bebiendo aquí. Tenías 17 años apenas, pero en ese entonces entendías por lo que yo estoy pasando ahora. —

*

— Amo a Leonardo, pero no puedo decírselo... Tengo miedo que mi padre mueva sus influencias para hacerle daño. — Gritaba un joven Tadeo haciendo que un Darío ya ebrio se levantara de su asiento gritando.

— ¡Al fin lo admites pequeña mierda! ¡No tienes que preocuparte si tu papá hace algo nosotros estaremos para darle sus pataditas en el culo! — Yo por mi parte me sentía demasiado mareado y noté como Mateo y Alex ya estaban dormidos sobre otra mesa.

— Creo que hasta aquí la dejamos, mi bello ángel... — Alcé un poco mis brazos y moviendo mis dedos hice la señal para que mi esposo viniera a mis brazos.

— ¿Me vas a llevar de princesa? — Preguntó tambaleante.

— Por supuesto que si, cariño. Sé que amas que te cargue de princesa. Venga, te llevaré al sillón de arriba para que puedas dormir. — Darío sonrió y se aventó directo a mis brazos, con una sonrisa en el rostro ambos subimos, dejé a mi bello ángel acostado en el sillón, no quería soltarme, pero logré escapar para ir por los demás. Al bajar noté que Alex y Mateo ya venían con dificultades hacía arriba, por lo que solo tenía que ir por Tadeo, al bajar a la cafetería noté que estaba sentado en la mesa donde siempre se sentaba el club. Su mirada era sería por lo que me acerqué y me senté frente a él.

— Cuando estoy aquí, siempre está él a mi lado. Puedo decirte todas las platicas que hemos tenido, Marcos, Santiago, Leonardo y yo en esta esquina sin miedo a equivocarme. Y puedo recordar a la perfección su rostro sonriente con tan solo mirar este cristal. —

— ¿Aquí te enamoraste de él? — Pregunté con una leve sonrisa lo que causó que Tadeo también sonriera mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

— El sol brillaba y me dio la imagen más hermosa de Leonardo... Mientras poco a poco sentía como mi corazón se aceleraba por tan solo ser la razón de ese sonreír. Este es nuestro lugar... —

*

— Al igual que tu puedes decirme todas las platicas que tuviste hace más de 10 años en esa mesa de la esquina donde te enamoraste de Leo... Yo puedo decirte cada una de las aventuras y platicas que hemos tenido mi bello ángel y yo, justamente donde tu estás parado, era el punto donde él y yo hablábamos por horas, mientras esperábamos la hora de cerrar. Tu mejor nadie entiendes el significado de mis palabras y de este lugar, en la historia de Darío y mía. —

Cicatriz de Espadas  (Historia LGBT/Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora