Los sentimientos olvidados

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"No lo haré... Haré que ambos seamos el reflejo de la felicidad"

Esas palabras que había dicho Damián retumbaban en mi mente sin descanso, durante lo que quedaba el día, sin saber que contestar, o sin siquiera como mirarle después de aquella confesión.

— Tío Darío. — Verlo de esa forma, tan esperanzado, con ese brillo en sus ojos me recordaba al Damián del pasado, aquel joyero que siempre me paraba al regresar de mi curso de entrada de la universidad. — Tío Darío. — Quien siempre esperanzado me invitaba algún jugo o pastel para poder quedarme a hablar con él por unos minutos. Siempre atento a mis movimientos, mis expresiones. Sentí un deja vú al ver de nuevo aquel Damián del cual me enamoré.

— ¡Darío Rivero! — Salí de mi trance asustado de escuchar un gritó de varias voces. Pestañé atentamente viendo como Ximena estaba preocupada, pero a su lado varias clientas estaban sentadas en la barra mirándome con atención.

— Lo siento yo... ¿Por qué hay reunión aquí? — Cuestioné viéndolas todas mujeres.

— Te quedaste viendo a la nada tan pronto como mi Tío Damián y su hermano se fueron. — De nuevo pestañeé varias veces intentando recordar, pero mi mente me estaba jugando mal. — Mi tío Damián te pidió otra oportunidad, tu solo comenzaste a balbucear y mi tío Damián dijo que estaba bien que sabía que no podías responder y que te iba a esperar, fue en ese momento que él y su hermano se fueron y fue cuando te quedaste en el limbo. —

Fue de repente que todas mis clientes y mis meseras comenzaron a hablar al mismo tiempo, pero todas tenía que ver con lo mismo y era si yo tenía pensado volver con Damián, el ruido se intensificó por lo que tuve que gritar para que todas guardaran silencio.

— Oigan, gracias por preocuparse por mí. Necesito pensar mucho antes de siquiera pensar en una respuesta para Damián. Y creo que necesito empezar desde ahora, así que iré a caminar unos minutos porque me sofoco. — Dejé mi delantal a un lado, salí de la cafetería a pasos acelerados mientras sentía como me sentía menos pesado. Saqué de mi bolsillo mis audífonos inalámbricos y puse en mi celular una playlist de canciones para relajarme. Mientras caminaba dejé que la música tranquila me dejara llevar a través de las calles de la ciudad, pero cada vez que cerraba mis ojos podía ver su rostro nuevamente y palabras que recuerdo a la perfección.

*

— Solo déjame ir Damián... No quiero involucrarte en mis problemas y en mis tristezas, tú no mereces esto. —

—Y si te digo que yo quiero involucrarme más de lo que crees... No me importa la persona que quieres pretender ser, solo quiero que seas tú, el verdadero tú. Yo... Yo podría ser aquel que te escuché en momentos como este, que esté siempre para ti para no enfrentar esto solo... Hacerte feliz. —

*

Toqué mi pecho unos segundos, pensando en muchas cosas, recordando muchas de aquellas platicas que tuve con él, recordando aquellos momentos donde ambos fuimos felices. Miré de repente al cielo esperando alguna señal que me dijera que hacer, que responder, pero no ocurrió nada. Solo un pequeño viento que me hizo sentir nostálgico al ver en mi mente todo lo que vivimos durante todos los años que han pasado desde ese momento en el que le ayudé con su despensa.

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Mientras caminaba con Beltrán al estacionamiento, mi hermano menor se me quedó viendo con seriedad y fue entonces que detuvo mi caminar.

— Dime la verdad. — Me encaró con una expresión nada amigable.

Cicatriz de Espadas  (Historia LGBT/Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora