La petición y la promesa

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En realidad, solo habían sido dos ocasiones que la había visto. Ambas habían sido ocasiones especiales en los que nada fue planeado. Ella era una niña que se aferraba mucho al brazo de aquel hombre que era su tío.

*

— Con que tienes sobrinos. —

— Si, son 3... Pero mi consentida es mi niña Ximena... Ella je, ella va a ser la que más llore cuando yo me vaya, me ama tanto como yo la amo a ella. —

— Ya te he dicho que no diga cosas tristes... No quiero que sigas pensado en ese momento... ¿Es ella? —

— Así es... Tiene 7 años recién cumplidos — Su sonrisa al mencionarla era como un día soleado, brillante y lleno de vida.

*

— ¿Por qué le dijiste a Ximena que me dijera Tío Darío? —

— No es obvio. Te la estoy encargando y no solo a ella, a los tres por igual. Cuando yo falté ellos necesitarán de alguien que los guie que tengan con quien platicar cosas que con su madre no pueden, sobre todo Valentín, ya que ellos no tienen padre. Ximena no tendrá quien la presente en sus quince años, con quien tenga que bailar su vals, igual que cuando se casen ambas, no tendrá quien las entregué... No dejes a mis niños solos Darío, porque yo estoy seguro de que no llegaré hasta esos momentos. Eres la única persona a quien puedo confiarle esos momentos. Porque eres la persona que amo. —

*

Siempre recordé aquellas palabras, no sabía como sentirme al saber que tenía un encargo tan importante como el cuidado de tres personas. Lamentablemente aquella promesa no se había podido ser cumplida debido a la petición de Azucena, la hermana de Esteban, quién me enfrentó y se negó a recibir alguna ayuda mía o de alguien externo. Ella se prometió sacar adelante a sus hijos por lo cual me pidió no involucrarme. Lo cual hice, aunque había días en los que me arrepentía de aquella decisión.

Sin importar cuanto lo piense, fueron pocas las ocasiones en que mi pensamiento recordaba a aquellos niños. De esas veces fueron más contadas las ocasiones que trate de comunicarme, pero tal parecía que habían cambiado de números telefónicos. A veces checando aquella cajita donde tenia guardadas algunas cosas importantes venían a mi mente las palabras de Esteban, y mientras tocaba mi pecho solo comenzaba a llorar debido a lo que aquellas personas debieron haber pasado los primeros meses después de su partida.

— ¡Tío Darío! ¡Al fin te encontré! — Dijo con lágrimas en los ojos, mientras sentía como se abrazaba a mi cuerpo con fuerza.

— ¿Tío Darío? Mi bello ángel, ¿Es familiar tuyo? — Escuché de Damián quien no entendía mucho, al igual que yo.

— No, nadie en mi familia me dice tío, excepto... — Fue entonces que el recuerdo de aquellas palabras empezó a aparecer en mi mente, teniendo la imagen de aquella niña frente a mis ojos. — No puede ser... ¡¿Xi-Ximena?! —

Aquel recuentro solo hizo que comenzara a sentirme culpable, mentiroso, un asco de persona. Ella estaba feliz de ver cuando yo en aquellos años solo me acordaba de ella cuando su recuerdo llegaba de repente.

— ¿Ximena? Espera, es la misma niña de Puebla, la sobrina de Esteban. — Comentó mi esposo, mientras se acercaba en su bicicleta, ambos estábamos sorprendidos de que ella estuviera aquí con nosotros. — Mi bello ángel, será mejor pasar. Ximena ¿Quieres pasar para platicar mejor? —

— Si, por favor. — Damián entró primero con su bicicleta para después entrará la joven y por ultimó yo. Despues de decirle que tomara asiento en la sala, fui a la cocina donde comencé a preparar té. Tenía puesta la mirada en la tetera cuando sentó como Damián entra a la cocina.

Cicatriz de Espadas  (Historia LGBT/Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora