Sinceridad

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La vida me había puesto de nuevo en el camino de Esteban, los días que estuvo en el hospital fuero para recibir vitaminas y descansar. LandDivice seguía su curso, les pedí a Teo y Javier que entraran a las pláticas y exposiciones que teníamos planeados y que buscaran alguna forma para poner mi nombre en el registro. Yo por mi parte continué visitando a Esteban quien sonreía con mucha alegría cuando entraba a su habitación.

— Pequeño, volviste. — Dijo con una cara alegre mientras su hermana Azucena se ponía de pie.

— Claro que volví, no podía dejarte así idiota. — Mencioné con una sonrisa.

— ¿Idiota? Vaya, te has vuelto más agresivo mi pequeño. — Desvié un poco la mirada al darme cuenta de lo que había hecho.

— No es eso, simplemente fue... —

— No te preocupes, me agradas que seas más suelto. — Me sonreía. — Se ve que has madurado desde la última vez que te vi. —

— Claro que he madurado, tengo 22 años. Además... — En ese momento detuve mi habla ya que estaba sonando mi celular, era una llamada de Damián. Él me había marcado la noche anterior pero pude escudarme en un cansancio inmenso debido a LandDivice, pero en ese momento era una situación diferente, pensaba que no debía de enterarse ni de la enfermedad de Esteban ni de que yo estaba con él en aquellos momentos por lo que solo con una seña le pedí al otro hombre que guardara silencio mientras yo atendía la llamada.

— H-Hola. — Dije nervioso contestando.

— Mi bello ángel, estaba comenzando a poner nervioso. Es raro que tú tardes en contestar. —

— Si, lo siento. Tuve que venir a un lugar más tranquilo para hablar, hay mucho ruido en el evento. Ahorita estoy en un auditorio vacío donde hacen las pláticas. —

— Oh ya veo. Veo que te la estás pasando bien. Dime, ¿No has ido a buscar a Esteban? — Me quedé sorprendido ante esa pregunta. No comprendía como sabía que estaba con Esteban pero no era así solo eran los nervios que jugaban conmigo. — Es broma, solo que estoy intranquilo mi bello ángel. El no tenerte aquí me hace pensar de más. Perdóname. —

— No tienes que. — Decía con seguridad pero por dentro estaba retorciéndome de culpa. No podía decirle acerca de ello, acerca de Esteban. — Este, tengo que regresar rápido, pronto iniciará una plática con Julio Profe, no me lo quiero perder. —

— Oh, claro mi bello ángel, siento interrumpirte. ¿Podemos hablar esta noche?—

— Claro, por supuesto Damián. —

— Ok, nos hablamos después. Te amo mi bello ángel. — Dijo tiernamente.

— Yo también te amo. — Le contesté para después colgar con una expresión triste. Esteban me miraba con seriedad, como la mirada de un maestro cuando un alumno hizo una travesura. — No me mires así. —

— Es que no lo entiendo. ¿Por qué le mientes? — Me dijo con enojo.

— Tú no comprendes, la situación con él. Si el supiera esto... Je, creo que estaría aquí en un par de horas. — Bajé mi mirada.

— ¿Y eso es malo? —

— No quiero que tú y él acaben en conflicto. — Mencioné pensando en la posibilidad.

— Bueno, eso siempre será así. Ambos te amamos. Somos rivales, a pesar de que lo eligieras a él hace dos años siempre será así nuestra relación amistosa. — Su sonrisa de nuevo salió a la luz, su manera de reír era única que te hacía sentir mejor. Eso era uno de los poderes de Esteban, hacer sonreír a la gente con sus sentimientos, era tan atrayente.

Cicatriz de Espadas  (Historia LGBT/Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora