Había llegado a la facultad, estaba nervioso... No tanto era por ser el primer día de estudio desde que había salido de la preparatoria, si no por ser el más viejo del salón. Sentía nervios de que yo fuera el más grande de todos con mis casi 20 años cuando todos los demás tendrían entre 17 o 18 años. Dicen que la edad no importa pero si pesa en estos casos. Llegué al salón que me correspondía y parecía que todos se conocían, todos hablaban con todos, me sentí un poco excluido pero al final de cuentas me senté en un lugar pegado a la pared cerca del escritorio del profesor. No recuerdo mi cara pero lo más seguro es que era una cara serie de pocos amigos. Como era de esperarse no hablé con nadie simplemente fui a tomar las clases del curso y me retiré nuevamente como llegué, nervioso.
— Será difícil pero tengo que perseverar. No puedo echarme para atrás ahora. — Dije mientras tocaba mi pecho con nerviosismo, sentí una lagrima salir y pasar por mi mejilla solo la limpié y miré por la ventana del autobús que me regresaba a mi ciudad. Aquellos caminos serian mis paisajes por mucho tiempo.
Cuando bajé del autobús me propuse a regresar por el mismo camino mientras caminaba estaba revisando mi Facebook viendo detenidamente las publicaciones, de repente apareció una imagen de él, Esteban estaba en una reunión con amigos, todos hombres parecían de dinero llevando trajes y relojes que parecían de marca todos bastante apuestos y parecían felices, de repente me encontré con otra imagen eran él y su pareja ambos pegados mejilla con mejilla sonrientes ambos como dos enamorados.
— Mendigo. — Gruñí mientras veía su foto para después guardar mi celular, me sentía estúpido por haber creído en todos los momentos y sus palabras, era un momento en el cual enojado me sentía como un niño por creer todo lo que me decían.
— Oye, ¿Por qué tan enojado? — Fue una sorpresa, abrí mis ojos y miré a un lado mío viendo la cara del hombre a quien había ayudado más temprano ese día. Más alto que yo, cabello algo ondulado castaño, ojos cafeses, barba algo crecida y una sonrisa encantadora que al expresarse, sus mejillas se resaltan tiernamente al igual que sus líneas de expresión en sus ojos. — Hola.
— Ho-Hola. — Me quedé mirándolo un momento pero no solo a él si no a la gran cantidad de joyas detrás de él, era una joyería. La vergüenza de repente se apoderó de mi rostro tornándolo de color rojo. No sabía que decir, no sabía qué hacer, solo me quedé parado con la cabeza baja y mis mejillas coloreadas.
— ¿Me aceptarías una rebana de pastel por lo de la mañana? — Aquel hombre me había preguntado eso, con su sonrisa encantadora de galán.
— Ya le dije que estaba bien así. No tiene que... —
— No, tengo que. Vamos solo es una rebanada de pastel. —
Realmente fue difícil negarme cuando su rostro se tornó triste ante mi rechazo, no era porque no quisiera, era simple desconfianza, no por nada desde niños no dicen "No aceptes nada de extraños" aún si son guapos.
— Por favor. — Me sonrió con ternura lo que fue una completa derrota en mi contra.
— Está bien. Pero llevo algo de prisa. — Dije en un tono serio.
— No te demoraré tanto. Pasa. — Sin más el hombre movió el mostrador que tenía para darme paso a dentro de su negocio. — Siéntate en esa silla, enseguida vuelvo. —
No entendía como alguien como él dejaba a un chico desconocido dentro de su joyería. Miré a todos reconociendo el lugar, giré aquella silla donde estaba sentado mirando la mesa de trabajo que había a un lado y viendo piedras preciosas allí y un anillo que aún faltaba por pulir. Ver aquel lugar lleno de cosas que valían mucho, me ponía de nervios y mucho.
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Cicatriz de Espadas (Historia LGBT/Finalizada)
RomanceDarío Rivero es un chico que va vagando por la vida sin poder comprender su lugar en el mundo, se encuentra casi en la línea límite del quiebre emocional, sin saber a donde dirigirse con miedo en el futuro cercano, se ve envuelto en dudas que le pro...