El corazón, algo tan fuerte como bombear sangre a todo el cuerpo, como a la vez es frágil como para enfermarse y detenerse por una impresión. Muchas cosas ocurrieron, y simplemente aquel hombre que se lamentaba fue el verdugo de su propia felicidad. Había perdido a la persona amada dos veces en solo unos minutos, perdió a su pareja y a su mejor amigo.
— Papá es hora de desayunar. — Levantó la mirada y solo observó a su hija quien estaba parada en la puerta de su pequeño espacio que utilizaba para trabajar. — Se va a enfriar. —
— Lo siento. Voy princesa, solo acomodaré los papeles en mi portafolio para que no se me olviden. — Dijo con una leve sonrisa. Su hija también me sonrió asintiendo y comenzando a caminar de regreso a la cocina. Solo basto a que no estuviera en frente de él para dejar caer su cabeza y comenzar a masajear su cien. — Volví a recordar. Todo se fue a la mierda en ese momento. —
*
Caminando con paso lento por el camino del cementerio, el abogado Damián Morales se encontraba mirando de nuevo la carta que había leído hace apenas unos 15 minutos, su esposo Darío Rivero había tomado de mala forma el contenido de esta. La carta que tanto había causado incertidumbre resultó solo ser una confesión de un plan que resultó una serie de eventos desafortunados todo de la mente del tío Roberto y aquel hombre, Esteban Vera Salazar.
"Damián, Conviértete en el reflejo de Darío, ambos sean el reflejo de la felicidad." Volvía a leer esa parte el abogado quedándose con pensamientos al aire.
— El reflejo de la felicidad, pero si él y yo ya somos felices. ¿A quién debemos reflejar esa felicidad? — En ese momento el hombre se dio cuenta que cerca de la entrada del cementerio había una multitud de gente alrededor de alguien, se fue acercando y dándose cuenta de quién se trataba. — ¡Mi bello ángel! — Gritó corriendo hacia donde se encontraba su esposo desvanecido.
*
— ¿Papá? — En ese momento el abogado volvió en si viendo a su hija preocupada. — Papá ¿Estás bien? — Preguntó dejando su taza de café a un lado.
— Lo siento Daniela, el trabajo ha sido muy pesado estos días. No sé donde tengo la cabeza. — Una leve sonrisa salió de sus labios. Haciendo que su hija solo pusiera su mano encima de la de él.
— Recordaste esos días ¿Verdad? Esa mirada es cuando recuerdas el pasado. —
— Sabes que soy muy sensible cuando se trata de ello, pero me causa... No sé... Recordar cuando éramos una familia. Perdóname por haber destruido todo, lo siento... No puede hacerlos feliz, ni a ti, ni a Damián, mi bello ángel. — Las lagrimas de Damián comenzaron a correr de sus ojos, mientras su hija corrió rápido a abrazarlo.
— No papá, no tienes que perdonar nada. No fue tu culpa, no fue nada tu culpa. Pero ya han pasado 8 años, ¿Cuánto tiempo más continuaras atormentándote así? — Damián no pudo responder, como un niño solo continuó llorando mientras las imágenes continuaban en su mente.
*
Las voces lo inundaban, cientos de preguntas y reclamos lo llenaban y hacía que sintiera aun más la presión sobre él.
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Cicatriz de Espadas (Historia LGBT/Finalizada)
RomanceDarío Rivero es un chico que va vagando por la vida sin poder comprender su lugar en el mundo, se encuentra casi en la línea límite del quiebre emocional, sin saber a donde dirigirse con miedo en el futuro cercano, se ve envuelto en dudas que le pro...