La última aventura

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Las semanas siguieron pasando, pero nuestros ánimos por la mentada boda estaban por los suelos, nos habíamos reconciliado, sin embargo, desde ese día nuestra felicidad por volvernos a casar se estaba haciendo más pequeña. Ya no era una fiesta en la que festejamos nuestro amor, era un compromiso que teníamos que hacer con los demás porque así lo esperaban de nosotros. Damián tambien pensaba lo mismo, las cosas que estuvimos planeando pronto se volvieron pesadas y la idea de llegar al gran día no nos emocionaba para nada.

— Papá ¿Está bien? — Miré a Daniela quien estaba conmigo en la cafetería, se encontraba en temporada de vacaciones y estaba ayudándome a cubrir a una mesera que pidió sus vacaciones para esas fechas.

— Estoy bien, ¿Por qué preguntas? — Cuestioné poniendo pedidos en la bandeja.

— Porque estás a 12 días de volver a casarte con mi papá Damián y no se te ve emocionado ni nada... Todo lo contrario, pareces enfadado. ¡¿Acaso te estas arrepintiendo?! — Fruncí mi ceño y solo masajeé mi entrecejo dejando salir un suspiro.

— No me estoy arrepintiendo ni nada, solo que las cosas han estado un poco apresuradas, aun falta mucho que ver de la boda, invitaciones que entregar porque el número de invitados creció de no sé donde y tuvimos que hacer cambios para todo estuviera bien organizado. — Respondí pasándole la bandeja con platos a mi hija. — Mejor lleva estos pedidos a la mesa 8. —

— Claro. Enseguida vuelvo. — Observé que mi hija fue a dejar la orden, noté que mi celular estaba vibrando y miré que había un correo por parte de la tienda de decoraciones, diciéndonos que había un problema con nuestro decorado debido a un incidente en su lavandería; respiré profundo y abrí el teclado numérico de mi celular apreté la pantalla en el número tres y rápidamente comencé a llamar a Damián quien contestó enseguida.

— Déjame adivinar, ¿Viste el correo de tienda de la decoración? — Escuché su voz al otro lado.

— Si, por favor encárgate de eso. No quiero volver a pelear con esa mujer. — Le pedí con una voz algo depresiva.

— Entiendo, no te preocupes. Iré a la tienda más al rato. —

— Gracias. — Colgué el celular dejándome caer sobre la barra, más que feliz me encontraba presionado y triste... Jamás pensé que la boda soñada sería así de deprimente.

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Mientras tanto en Luna café, los 4 miembros del club de los invisibles estaban juntos detrás de la barra, tomando con el celular de Tadeo Ornelas la imagen triste de Damián Morales al llamar por teléfono. Estaban en medio de una video llamada con otros cuatro hombres y una chica quienes se notaban preocupados.

— Daniela me mandó una imagen de mi tío Darío completamente deprimido, ambos parecen cansados y enfadados. ¿Qué les pasó? Deberían estar contentos, en 12 días se casan y renovara sus votos deberían estar felices y contentos. — Mencionó Ximena quien estaba a lado de Santiago, su novio.

— Hermano ¿Darío no te ha mencionado nada al respecto? — Tony mencionó a Gael quien comenzó a negar con su cabeza.

— ¿Nada de nada? — Marcos estaba mirando con preocupación.

— No, de hecho, ambos se han mantenido muy cerrados con todos. — Comentó el de ojos de distinto color.

— ¿Qué piensas de todo esto Damián Jr? — Santiago preguntó, pero el hijo de la pareja solo quedó en silencio unos segundos.

Cicatriz de Espadas  (Historia LGBT/Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora