Darío no lo podía creer, sus manos sudaban, sus piernas temblaban todo de él estaba nervioso ante el acto del abogado quien solo sonreía y lo miraba con ternura. Para el joven, en verdad estaba ocurriendo... Estaba a punto de recibir la pregunta, pero no podía pronunciar palabra alguna, porque él tenía la respuesta en la punta de su lengua. Pero lo que no sabía, lo que le daba miedo era responder con la respuesta equivocada...
— Darío Rivero, mi bello ángel... — De repente de en su mano se mostró algo metálico, Darío estaba a punto de dar un grito cuando miró detenidamente que era una llave. — ¿Quieres vivir conmigo y ser de nuevo mi novio? —
— Dios. — El chico cubrió sus ojos con las palmas de sus manos dando media vuelta y respirando profundamente. — Pensé que estabas a punto de pedirme matrimonio. — Comentó avergonzado de malinterpretar todo.
— ¿Qué? No... — Dijo levantándose con asombro mirando a varios lados nervioso. — Bueno, sí quiero... Pero sé que no es tiempo, sé que tu... —
— Hubiera aceptado... — Dijo causando un shock al mayor al oírlo. — Si me lo hubieras pedido, habría aceptado. Porque desde que regresaste, desde que supe de mi enfermedad no hay día que no piense en una posible vida que contigo... — Se empezó a escuchar el llanto de Darío en todo el lugar. — Quiero estar contigo Damián... Siempre. —
— Mi amor, mi bello ángel. — Dando los pasos suficientes el abogado abrazó con fuerza al Darío quien no paraba de llorar, lentamente sus palmas fueron movidas de sus ojos, mostrando unos ojos rojos pero cristalinos, los cuales miraban la sonrisa y la expresión de felicidad del mayor. — Te amo. — Susurró, para después darle un beso en los labios al chico quien acepto de inmediato los labios que tanto ansiaba besar, ambos se abrazaban, se comenzaban a acariciar, se decían palabras melosas, todo esto mientras poco a poco comenzaban a bajar y a desprenderse de sus ropas.
Después de un rato ambos se encontraban desnudos en el suelo del local cubiertos por la manta que cubría la silla, Damián sentado y Darío de igual manera sobre él, mirándose tiernamente mientras sentía el chico como poco a poco el miembro del mayor irrumpía en él, sus grandes manos ásperas acariciaban su espalda, mientras se aferraba al cuello del abogado quien no paraba de besarlo, en la boca, sus mejillas, su cuello, cada beso era una marca en el cuerpo del otro, era un símbolo de que ambos se amaban.
Y el día llegó con algunos rayos de luz entrando e iluminando todo, Darío despertó viendo que estaba en una cama cuando recordaba perfectamente que se habían quedado abrazados abajó en el suelo del local. Pero enseguida miró a su lado viendo a Damián abrazar su cadera mientras dormía, sonrió un poco al verlo para acostarse nuevamente y acurrucarse sobre el pecho del mayor.
— Buen día mi bello ángel. — Dijo en un susurro el abogado mientras separaba sus manos para colocar un brazo detrás de la cabeza del chico para empezar acariciar un hombro y acercar su cuerpo más a de él. Por su parte el chico acomodó mejor su cabeza colocando una de sus manos en el pecho del mayor, pero al hacer eso se dio cuenta que tenía algo en su dedo anular, rápidamente se levantó nervioso al ver su dedo detenidamente.
— Pero que... — Era un anillo de plata, no tenía piedra y nada simplemente era una pieza liza en su totalidad que adornaba su mano.
— Después de que caíste dormido te levanté en brazos junto con nuestra ropa, pero antes de venir a la cama tomé un anillo y te lo puse. — Sonreía el hombre levantándose y tomando la mano del chico.
— No... No sé qué decir... —
— Sé que ahorita no quieres matrimonio y comprendo. Así que dejemos a este pequeño anillo como uno de compromiso, ¿Qué te parece? — Damián sostuvo con fuerza la mano de Darío y lentamente bajo su cabeza besando la pieza de plata. Darío no sabía que decir o cómo reaccionar, estaba contento, feliz, pero nervioso... Jamás creyó que el compromiso se sintiera así de raro, por lo cual simplemente se lanzó a los brazos del mayor quien lo abrazó con fuerzas, ambos buscaron los labios del otro, besándose por un buen rato hasta que el teléfono de Darío empezó a sonar.
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Cicatriz de Espadas (Historia LGBT/Finalizada)
RomanceDarío Rivero es un chico que va vagando por la vida sin poder comprender su lugar en el mundo, se encuentra casi en la línea límite del quiebre emocional, sin saber a donde dirigirse con miedo en el futuro cercano, se ve envuelto en dudas que le pro...