Me encontraba caminando en la oscuridad de la noche, al final solo salí de ahí con un abrazo de Esteban y deseándome lo mejor para mí. No quería llegar a mi casa, sabía que si llegaba solo sería para acostarme en mi cama y llorar en silencio como lo hacía comúnmente. No, esa vez quería llorar con fuerza y desahogar un poco el dolor que me estaba afectando tanto.
— ¿Por qué tengo que ser el que sufre? Su mirada no demostraba ni un poco de tristeza. Siempre trató de dar lo mejor de mí, para que la gente vea que soy alguien bueno... Pero en vez de acercarlo a mí, tal parece que los alejo. ¿Por qué? ¿Acaso tengo que ser un hijo de puta para que las personas se fijen en mí? ¿Tengo que ser un patán o mejorar mi apariencia para poder conocer a alguien...? ¡Lo único que quiero es encontrar a alguien que me amé por lo que soy! ¡No quiero estar solo! — Grité en medio de la calle oscura continuando con mi caminar, no me importó el peligro al que me estaba exponiendo, simplemente quería desahogarme y dejar que mis lágrimas y voz salieran. Caminé por un rato hasta que llegué de nuevo al centro de la ciudad donde estaba en dirección a mi hogar, las calles estaban solas pero ciertamente me tranquilizaba un poco.
— ¿Darío? — Volteé con una mirada de pocos amigos y vi como Damián llegaba a mí con una preocupación que resaltaba en medio de la plaza principal. — ¿Qué te paso? Te ves terrible mi ángel. —
— ¿Ángel? Je... ¿Aun sigues con la idea de que soy un ángel? No soy nada de eso... Y por cierto, ¿Qué haces aquí a estas horas Damián? Esta casi amaneciendo. — Una sonrisa descarada apareció en mi rostro. Estaba tomando la posición de un patán, eso era un lado de mí que ni yo conocía.
— Yo, le ayudé esta noche a Rubén y Diana en su antro pero ¿Y tú? ¿A estas horas? ¿Te sucedió algo? Te ves... — Preguntaba con preocupación y mirándome de esa misma forma con un piedad hacia a mí. Su mirar, esos ojos deberían mirarme de otra forma, no merecía esos sentimientos que tenía por mí en ese momento.
— ¿Quieres saber lo que me pasa? No soy un ángel... Me ahogo en un vaso con agua, me enamoré de alguien que me ha roto el corazón y estoy enojado conmigo mismo. — Gruñí bajo. — ¡No soy un ángel Damián! Siento furia y asco de mi persona por caer tan bajo... — Muchas lágrimas empezaron a caer de mis ojos, mi respiración se agito de la nada ya no podía aguantar más. — Y sabes que es lo peor... L-Lo peor es que te estoy lastimando cuando en un principio trataba de evitarlo. No merezco ser tratado así por ti.
Lleve mis manos a mi rostro llorando desconsoladamente dejándome caer de rodillas, mucha gente nos veía pero no me importaba. Sentía demasiadas cosas las cuales no pude canalizar bien y al final termine por quebrarme. Damián no dijo nada, solo sentí como sus brazos me rodeaban y como su calidez invadía mi cuerpo para después darme cuenta como unas gotas caían en mi cabeza... En ese momento llegué a odiarme tanto por lastimar a una persona que apreciaba y quería. Deseaba tanto morir en ese momento...
— Cuéntame todo. — Escuché de su voz en un leve susurro.
— No quiero hablar de eso. — Dije tratando de zafarme de su abrazó pero me fue imposible debido a la diferencia de cuerpos y fue entonces que comenzó a apretar más volviendo a susurrarme al oído.
— Cuéntame todo mi bello ángel. Quiero saberlo todo. —
— Puta madre... ¡Solo quiero estar solo! Compréndeme, hoy no quiero hablar... —
— Solo quiero saber ¿Qué paso? Mi bello ángel... ¿No confías en mí? — Sus manos de repente subieron por mi cuerpo hasta tomar mi rostro entre ellas. Dejándome ver el rostro triste de Damián.
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Cicatriz de Espadas (Historia LGBT/Finalizada)
RomanceDarío Rivero es un chico que va vagando por la vida sin poder comprender su lugar en el mundo, se encuentra casi en la línea límite del quiebre emocional, sin saber a donde dirigirse con miedo en el futuro cercano, se ve envuelto en dudas que le pro...