— ¡Esteban! — Grité.
— ¡Pequeño! Con que ya estabas adentro. Ni me esperaste tontuelo. — Sentí un pequeño golpe en el hombro mientras seguía sonriente y le daba la mano al hombre frente de mí. Iba vestido esta vez con una camisa azul oscura, remangada arriba de los codos, un pantalón de mezclilla y unos pulcros zapatos negros. — Te iba a esperar pero un amigo me invito y no pude negarme... —
— ¿Tienen mesa? — Preguntó y enseguida asentí con la cabeza. — Bueno ¿Y qué estamos esperando pequeño? —
— A que tu pases primero jajaja. —
— Jaja, que caballeroso... — Dijo sarcástico.
Cuando entramos no fue ni un metro que caminamos cuando Esteban ya estaba saludando a un conocido suyo, saludándolo con un abrazo y una sonrisa aquel hombre se despidió para seguir caminando conmigo. Fueron tres o cuatro veces las que nos detuvimos a saludar a un conocido, todas las veces fui presentado y con una sonrisa regresé el saludo, pero después de todo eso al fin habíamos llegado a la mesa donde estaba Ariel y los demás, casi todos babearon al ver la sonrisa de mi acompañante pero era lo obvio en Esteban había una cosa que lo volvía encantador a la mirada de los demás.
Todos le preguntaban cosas, incluso el mismo chavo que estaba coqueteándome. Durante un rato el hombre mayor de sonrisa brillante era el centro de la charla hasta que la música electrónica empezó a retumbar sacando a la mayoría de los clientes del antro a bailar y liberarse de las ataduras a sus asientos.
La mano de Esteban de repente sujetó mi muñeca, sonreí al sentir como soy jalado de mi silla hacia un espacio abierto donde bailar. Reí ante la petición del mayor, solo negaba y suplicante ante la mirada divertida del otro. — Esta bien, bailemos. —
No era un buen bailarín pero me defendía, sinceramente jamás me había animado a bailar en antros por lo mismo de mis dos pies izquierdos pero esa noche era especial porque estaba él conmigo bailando y bebiendo, escuchando en cómo me iba y platicándome acerca de sus días. Todo iba miel sobre hojuelas, claro si no fuera por las miradas que sentía sobre mí y no eran miradas amables que digamos, si los cuchillos fueran miradas, ya hubiera estado desangrado para ese momento, cuando decidimos parar de bailar fuimos a nuestros asientos cerca de la pared en la parte más lejana del antro.
— N-nunca había bailado tanto en mi vida. Mierda necesito ejercitarme. — Dije agitado mientras daba un gran trago de cerveza.
— Jaja, así dices pero mírate sigues tomando cervezas como si fuera agua. — Alegre me miró mientras pasó una de sus manos por mi cabello, se sentía tan demasiado bien. — Diablos tu cabello... —
— ¿Qué tiene mi cabello? — Pregunté curioso.
— Me gusta, lo tienes largo y muy sedoso, mis dedos pasan a través de tus cabellos con facilidad. —
Sus manos se pasearon por mis cabellos durante varios segundos, de repente estos comenzaron a bajar poco a poco y lentamente hasta sujetar mis mejillas con delicadeza. Su mirada era muy tierna, me miraba con esos ojos que parecían descubrir todo mí. Mi corazón no dejaba de latir con fuerza, mientras mis labios de repente comenzaron a temblar, sentía como poco a poco Esteban se acercaba a mi rostro. Un tierno beso recibí por parte de él en mi mejilla mientras este sonreía con ternura. — Tenía ganas de hacerlo. —
Sorprendido y shockeado era poco para describir como me sentía, rápidamente regresé en mí y solo sonreí mientras tomé una pequeña porción de aire para calmarme y después sujetar la mejilla derecha de Esteban con mi mano. — Eres demasiado lindo. — Dije sonriente. Fui yo quien esta vez le di un beso en la mejilla dejándolo sorprendido, la felicidad de mi rostro se desvanecía y lo seguía mirando, recordando e imaginando cosas que no debía de imaginar, la tristeza estaba al borde de salir... Sentía como al verlo pequeñas lágrimas amenazaban con derramarse sobre mi piel. ¿Por qué me tengo que acordar de su enfermedad en un momento como este? Pensé mientras sucedió lo que temía, la humedad empezó a recorrer mis mejillas mientras con mis manos tallaba mis ojos. — L-Lo... Lo siento. —
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Cicatriz de Espadas (Historia LGBT/Finalizada)
RomanceDarío Rivero es un chico que va vagando por la vida sin poder comprender su lugar en el mundo, se encuentra casi en la línea límite del quiebre emocional, sin saber a donde dirigirse con miedo en el futuro cercano, se ve envuelto en dudas que le pro...