El inicio del viaje

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El sol brillaba por la ventana de la habitación, sentí como mis ojos sentían la molestia de los rayos de nuestro orbe, traté de voltearme pero me fue imposible ya que unos brazos no me lo permitían abrí poco a poco mis ojos y vi como las cortinas se movían con el aire de la mañana, respiré hondo y lentamente me zafé de los brazos de Damián, decidí sentarme un momento en la orilla de la cama y fijarme donde había quedado toda mi ropa, cuando me doy cuenta solo doy una pequeña risa al ver el desastre de la habitación y como en el ambiente aún se respira el aroma de ambos combinado, todavía había los rastros de nuestra noche de pasión. — ¿Por qué tiene que llegar la mañana? — Susurré.

Di un pequeño suspiro y decido levantarme, me puse primero mi ropa interior para después ir al baño a lavarme la cara. — ¿Y ahora? ¿Qué es lo que sigue?— Era verdad jamás había llegado hasta este punto de una relación con alguien, nunca había pasado de solo noches de polvo y nada más, esa vez era distinto, me había enamorado y por primera vez era correspondido, no quería separarme de esa persona, quería seguir viéndola y que me besara siempre. Era extraño pero a la vez era lo más bello que me había pasado. Quería estar al lado de Damián, necesitaba estar con Damián. — No quiero separarme de él. — Dije mientras me echaba un poco de agua en la cara. Las ideas se me iban acomodando hasta que me di cuenta que tenía que volver a mi casa. — Diablos... —

Salí del baño limpiándome mi rostro con una toalla que había encontrado, observé que Damián seguía dormido pacíficamente, sonreí como un idiota al verlo y de manera silenciosa me senté en la orilla de la cama observándolo como dormía, pero de repente sentí como palabras se formaban en mi mente y pedían ser expresadas.

— Soy yo, y-yo cambié. — Dije en un susurró. — Yo soy un chico que siempre se guarda sus sentimientos, siempre alejo a las personas de mi porque no quiero lastimarlas o simplemente no quiero que conozcan mi verdadero yo. Mis problemas son solo míos pero sin embargo esta noche... — Tomé el rostro del mayor con mis manos y mi mirada la fije directamente a su rostro que estaba dormido a lado mío. — Ayer en la noche me di cuenta que quiero que conozcas al verdadero Darío, al que tiene mucho que contar, al niño llorón, al demonio enojado, al hombre que aún no sabe cómo cargar con sus problemas y responsabilidades. El Darío Rivero que le tiene miedo al futuro y al que siempre ha buscado el amor. — Susurré todo aquello pero noté de repente como el cuerpo del mayor se movía abriendo sus ojos y mirándome con preocupación.

— Darío... Siempre he sabido que eres un chico que se hace el fuerte, pero eres frágil como una rosa o un espejo. Tienes preocupaciones, miedos, tristezas y frustraciones que no sueltas hasta que ya no puedes más con ellos. Eso lo noté paso a paso cuando te fui conociendo, siempre una mirada triste pero aun así sonreías para que el mundo no se preocupara. Me enamoré de ti porque hiciste que mi corazón volviera a latir inesperadamente, pero sobre todo porque eres fuerte y frágil a la vez. —

— ¿Fuerte y frágil? —

— Así es, me agradaría conocerte más a fondo, saber quién es el verdadero Darío y que también tú conozca todo de mi persona. — Lentamente el hombre se levantó apoyándose en su codo izquierdo sonriéndome haciéndome también sonreír. Se veía tan sensual al ver su torso desnudo mientras su parte baja era cubierta por la sabana de la cama. — Sabes, cuando no sentí tu cuerpo pensé que te estabas yendo a escondidas. Me asusté por un momento. —

— Je, no sé porque te asustas. — Sonreí — Si me duele caminar. —

— ¿Te duele? — La cara de sorpresa de Damián se hizo reírme fuerte.

Cicatriz de Espadas  (Historia LGBT/Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora