Una luz entre la oscuridad

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Sus besos eran dulces como los recordaba, sus manos eran igual de cálidas como cada noche que hacíamos el amor, mi bello ángel seguía siendo la misma persona que amo, sigue siendo mío como yo sigo siendo suyo. Mi esperanza estaba viva, existía la posibilidad de volver a amarnos, solo habría que trabajar un poco más para volver a tenerlo entre mis brazos.

— Veo que estás muy feliz esta mañana papá. — Comentó mi hija mientras desayunaba. — No te había visto así en años, al parecer paso algo bueno. ¿Qué fue? —

— Ammm bueno, ayer vi a tu papá Darío y usted señorita no me aviso y me mintió llegó tarde... — Dije seriamente, sin embargo, la sonrisa en mi rostro no se borraba. — Gracias, te debo una, mi niña. — Mi hija comenzó a sonreír de que su plan hubiera salido. Fue entonces que de repente una mirada traviesa comenzó a verme.

— Y ya que ustedes se vieron... ¿Qué fue lo que pasó durante? —

— Nada, para tu información pequeña. Solo hablamos durante la comida, al parecer tu papá Darío va a volver a la ciudad pronto. — Comenté, no podía decirle a mi hija lo que había ocurrido en el taller, fue hermoso, una señal de que ambos estábamos en la misma frecuencia, pero no podía darle dicha esperanza a nuestra hija, sé que ella actúa fuerte, sin embargo, también me di cuenta cuanto era su deseo por vernos juntos otra vez, cada vez que Darío venía para verla o yo la llevaba a San Miguel siempre hacía algo para que nosotros estuviéramos juntos. En verdad, aunque ella tenía ese deseo, no es nada comparado al deseo de su hermano quien es un testarudo maduro, pero aún sigue teniendo los arranques de un simple niño.

La razón de su enojo contra mi era en primer lugar, porque no luché por mi bello ángel después de su operación. Cuando estalló todo el problema de la muerte de Carlos, Darío se fue de la casa, se alejó de mi y yo no hice nada, porque en ese momento yo me lo merecía, me di cuenta del error que había cometido y fue entonces que solo lo dejé ir. Damián al ver esto, se dio cuenta que, si no había luchado por mi pareja, la razón era porque había sido un error mío, pero más su coraje fue cuando se dio cuenta que yo y él estábamos bien con la separación. Y su segundo estallido fue en los quince años de su hermana, cuando descubrió que sus papás tenían nuevas parejas, la esperanza de vernos juntos de nuevo simplemente se hizo cenizas al yo presentarle a Joel en ese momento. Mis hijos eran maduros para su edad, pero en el fondo continúan siendo aquellos niños que mi bello ángel y yo adoptamos y que lo único que quieren ver es a nosotros juntos como pareja nuevamente.

— Si, lo sé me comentó hace unos días su idea. Por cierto, papá. ¿Salió bien todo en luna café? — Preguntó mi hija sacándome de mis pensamientos. Por lo que veía ella estaba muy interesada por el futuro de las cafeterías.

— Si, al final todo un giro por Tadeo, él se va a quedar como el nuevo encargado de la cafetería. Solo van a esperar a que Tony se recupere de un incidente. Tony y Leo se vana ir a Ohio así que cuando eso pase pues Tadeo tomara el manto y creo que las cosas se pondrán en orden en ese momento. —

— Vaya, entonces Ximena tendrá que esperar mucho tiempo para poder seguir a Santiago y vivir con él. — Escupí mi café a un lado viendo petrificado a mi hija.

— ¡¿Qué Ximena qué?! — Grité con fuerzas mientras no podría creer lo que esa niña estaba planeando. Mi relación con Ximena no era tan profunda como la que tenía con Darío, pero ciertamente me tenía confianza como su padrino que era, hablamos varias veces de sus problemas, vino en mi ayuda cuando tenía alguna preocupación o miedo. Tal vez nunca pueda llegar al nivel de Darío o su tío Esteban, pero de que me preocupaba por Ximena, lo hacía y saber que de la nada tenía planeado irse a vivir su romance con Santiago era un baño de agua fría.

Cicatriz de Espadas  (Historia LGBT/Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora