Javier y los 4 apodos

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— Damián ... — El paciente se quedó viendo a Javier quien sonrió al ver a su amigo. — Tu cara me suena ¿Quién eres? — Javier miró a Damián, el abogado asintió dándole paso a Javier de sentarse a lado de Darío.

— Antes de decirte mi nombre, tengo que contarte una pequeña historia... Ya que yo también conocí a Esteban hace años, dos años antes que tú. Tus eras su pequeño, yo era su chiquillo... —

— Esteban y yo nos conocimos en el fifty five. Iván me dio chance de trabajar a pesar de que era aún menor de edad, yo trabajaba ahí para ganarme algo de dinero ya que los gastos eran muy altos en ese entonces, tenía 17 años cuando lo conocí. Y quedé impresionado en como él sobresalía entre tanta gente en el antro, era increíble como un sol en medio de la noche. Gente lo saludaba y lo abrazaba era demasiado querido que incluso era extraño pensar que tanto cariño fuera real hacia una persona. — Javier de repente bajó su mirada y comenzó a recordar una de las tantas noches que vio a Esteban en ese lugar.

*

— ¡Chiquillo! — Reía alegremente el hombre al acercarse a la barra, el joven Javier solo miró extrañado por cómo le habían llamado. — Oh vamos, soy mucho mayor que tú. Además, me gusta ponerle apodos lindos a los chicos que aprecio. — Sonrió revolviendo un poco la cabellera del joven.

— Entonces debes de tener una imaginación basta, para poner tantos apodos. — Comentó Javier haciendo que Esteban se acercara a él con una sonrisa pícara.

— ¿Acaso me escuchado llamarles por un apodo a todos estos? — Susurró en su oído. — Ni siquiera a Rubén, ni a Federico los llamo por un apodo. —

— Porque ellos son como tus hermanos. — Replicó el joven escuchando una leve risita del mayor.

— Tienes razón, pero te lo digo enserio, solo tu y otras dos personas han recibido un apodo de mi parte, y aun falta uno. — Esteban tomó una cerveza de las manos del chico para alejarse moviéndose al ritmo de la música y volviendo a la pista de baile entre toda la gente. Javier por su parte nunca entendió esa ultima frase.

*

— Pequeño, chiquillo, morrillo y galleta. Éramos 4 personas a los que Esteban llamaba por un apodo, no sé quienes sean los otros dos, supe los apodos ya que en el antro se hablaba mucho más de Esteban ya que siempre se iba acompañado por distintas personas y eso era cada vez que iba. Al final, Esteban y yo fuimos amigos, no tuve una conexión tan grande como la tuviste tu. Pero ciertamente conocerlo, me hizo darme cuenta de muchas cosas oscuras que ocurre dentro de la comunidad, y me hizo ir por un camino bueno, donde pude conocerte a ti y a Teodoro. — Dijo con total seriedad Javier mirando como su amigo desde la cama lo observaba y solo hizo una mueca como tratando de no reírse.

— ¿Qué clase de apodo es "galleta"? — Comenzó a reír el paciente haciendo que Javier comenzara a mirarlo extrañado.

— Je, no lo sé. Sabes que él era una persona bastante especial. — Javier se quedó mirando con una leve sonrisa a su amigo quien tambien lo miró.

— Dios santo, te ves tan hetero cuando te pones serio... ¿Por qué no eres así cuándo estas con nosotros loca? — Damián y el joven maestro abrieron sus ojos mientras Darío se quejaba un poco de su pecho al reír.

— Mi bello ángel ¿Lo recuerdas? — Preguntó el abogado acercándose a su pareja.

— Claro que lo recuerdo, mientras dormía pude recordar la mayoría y poner en orden otras. — Sonrió el paciente.

Cicatriz de Espadas  (Historia LGBT/Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora