Josué, Julián y el bebé Rogelio.

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— Espera, ¿Estás hablando en serio? — Comenté mientras estaba trabajando en la cafetería.

— Si, quédate conmigo. Mientras encuentras un departamento. —

Julián me estaba dando un camino que seguir ahora que no tenía donde quedarme. Mi socio estaba ofreciéndome una habitación para poder quedarme temporalmente. Era una medida algo precipitada pero ciertamente era la única opción que tenía en ese momento.

— Solo has que encuentre un departamento. — Comenté y solo sonreí mientras ambos nos dimos la mano.

— ¡Darío! ¡Necesitamos tu ayuda! ¡Hermano mayor, ayuda! — Escuché de repente desde el fondo de la cafetería los cuatros chicos de preparatoria seguían llamándome con desesperación.

— ¿Ahora qué? — Cuestioné acercándome a los cuatro chicos.

— Factorización de trinomios. — Comentó Marcos quien a pesar de ser un chico gordito tenia una bonita cara tierna.

— Yo no le entiendo a la configuración electrónica de los elementos. — Santiago era el más flojo de los tres, no sobresalía mucho pero siempre tenía una sonrisa en su rostro.

— Binomios conjugados. — Leonardo era un poco lento para aprender de los 4 era el más normal por así decirlo.

— Excel. —Tadeo era un niño atractivo y de cuerpo atlético para su corta edad. Comúnmente lo veía rodeado de chicas. Al ver que todos tenían problemas con sus materias solo suspiré un tanto preocupado.

— ¿Qué voy a hacer con ustedes? En vez de fundar un club y hacer tarugadas deberían de usar su tiempo para estudiar. — Dije un poco serio.

— No hacemos tarugadas, tratamos de hacer cosas en el club que nos ayuden y ayuden a los demás. ¡Somos el club de los invisibles! —Leo anunció al club, los cuatros chicos hicieron poses raras que solo atrajeron la atención de todos lo clientes.

— Con esas poses solo atraen más la atención, me recuerdan a un anime que acabo de empezar a ver. — Dije serio sentándome en la mesa donde estaban y empezando a explicar los temas de matemáticas que eran los más sencillos de enseñar.

Pasaron varios minutos en los que estuve ayudando a los chicos con sus materias, sinceramente los ayudaba porque me recordaban a mi un poco. Nunca fui un estudiante ejemplar, si no todo lo contrario muchas veces fui irresponsable cosa que me había costado un año fuera de la escuela por exceso de materias reprobadas. No quería que esos chicos pasaran por lo mismo por lo que les dije desde un principio que cualquier duda con la escuela yo podría ayudarles en calidad de tutor.

Y desde entonces aquellos chicos fueron viniendo poco a poco a la cafetería hasta convertirse en clientes regulares.

— Hola Darío. — Miré a donde me llamaban y solo miré a los hermanos Ponce entrar a la cafetería con su aire de abogados superiores. Beltrán se acercó a mi dándome un abrazo. — Siento mucho lo que paso, no sé como podemos compensarte. —

— En primer lugar, no se murió nadie, en segundo lugar no tiene que compensarme nada, tal vez solo consumir cosas de la cafetería me ayudaría mucho en estos momentos. — Dije apuntando a una mesa vacía, ambos hermanos fueron a sentarse, pude notar como Fabián se me quedaba mirando y solo asintió cuando le puse atención.

— Hermano mayor, ¿Tienes problemas? — Tadeo paso su brazo por mis hombros, suspiré cansado.

— Eso no les incumbe, y dejen de llamarme hermano mayor. — Dije poniendo atención en la laptop que tenía en frente.

Cicatriz de Espadas  (Historia LGBT/Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora