La noche seguía avanzando, Martin Rivero esperaba afuera con las personas que quedaban afuera, ya que dieron permiso para entrar a cuidar a su hijo, pero fue su esposa junto a su hija quienes entraron. Sentado esperando solo se encontraba él y Damián a quien no sabía si debía llamarle yerno. Ellos dos quedaron después de que la mayoría se fue, siendo Fabián y la señora Rosa quienes se llevaron al niño Damián a descansar, dándole unas palabras de que al amanecer trabajarían a toda marcha para recuperar a Daniela.
— Oye, ¿Por qué no te fuiste con tu madre y tu hermano? Debes de descansar si quieres ver a Darío mañana. — Dijo serio el hombre mayor pero el abogado solo negó con la cabeza.
— No, no quiero. Y si lo hiciera eso significaría que no amo a Darío. Porque como podría irme a descansar cuando la persona que amo está allí adentro. —
Era extraño para el señor Rivero escuchar tales palabras para su hijo viniendo de la boca de un hombre, aun necesitaba acostumbrarse a esa situación de que su único hijo.
— Entonces solo se quedaron ustedes dos. — Una voz llamó la atención de ambos hombres viendo a Benjamín Morales llegar con tres vasos de café tamaño jumbo entregándole uno a su hijo.
— ¿Papá? Pensé que te irías con Fabián. — Dijo con sorpresa el abogado viendo cómo se padre y su suegro se quedaban viendo uno al otro.
— Sí me dijeron, pero decidí quedarme ya que tengo que charlar con el señor Rivero. —
— Que casualidad, yo también quiero charlar con usted Licenciado Benjamín. —
Dejando los cafés sobre uno de los asientos ambos hombres salieron caminando hacia la salida de urgencias, Damián no sabía qué hacer, no sabía si seguirlos o dejarlo solos. Pero ya cuando menos decidió seguirlos esto ya estaban en platicando. Por lo que el abogado simplemente los dejo hablar y volvió a donde estaba a esperar.
El señor Rivero y el señor Morales empezaron su plática por lo más sencillo.
— Las cámaras que le instalé ¿Siguen funcionando? — Preguntó el hombre un poco más moreno viendo al licenciado sonreír.
— Si, han estado funcionando de maravilla, en verdad su fama entre varias familias del alta no es ninguna exageración. — Respondió Morales con una risa al final para después sacar unos cigarros de su pantalón y extendiendo el paquete al otro. — ¿Fuma? —
— Claro, le aceptó uno. — Benjamín amablemente le acerco una llama al señor Rivero quien rápidamente acercó su tabaco para encenderlo y darle una gran inhalada y después una exhalada.
— Que noche. Lo bueno es que no le pasó nada mayor a Darío. —
— Si, lo bueno es que no es algo mayor... Pero sin entender ¿Por qué lo hizo? Llamarme, el archivo, revelarme todo y que todo esto sucediera. En estos momentos tengo ganas de golpearlo pero simplemente no quiero complicar todo esto. Así que hable... — Con una voz firme el padre de Darío veía detenidamente al su similar quien solo miraba detenidamente como su cigarro se consumía al ambiente y con una leve sonrisa empezó a hablar.
— Por lo que hablamos aquella vez en mi despacho sabía que usted jamás repudiaría a su hijo, tal vez si se molestaría y haría cosas graves que dañaría al chico, cualquier padre lo haría al saber tal verdad más si su hijo es el único varón, debido a que nosotros fuimos criados bajo estándares patriarcales en donde fracasaste como hombre al tener un hijo homosexual, o que no siguiera sus pasos. Pero el amor hacia un hijo es más fuerte que todas aquellas reglas que no enseñaron. Señor Rivero, si usted los hubiera visto cuando yo los descubrí... Jamás había visto una sonrisa tan grande en mi hijo desde que murió su madre, su hijo también desbordaba felicidad que estoy seguro usted jamás había visto. Era como si ambos estuvieran viviendo un sueño en la realidad. Aquellas sonrisas, esos ojos... Era como cuando yo estaba con... — Benjamín suspiró melancólicamente viendo al cielo. — Bueno, no importa. La verdad aquí es que viéndolos decidí no mencionar nada y dejarlos porque era su decisión contarnos debidamente. —
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Cicatriz de Espadas (Historia LGBT/Finalizada)
RomanceDarío Rivero es un chico que va vagando por la vida sin poder comprender su lugar en el mundo, se encuentra casi en la línea límite del quiebre emocional, sin saber a donde dirigirse con miedo en el futuro cercano, se ve envuelto en dudas que le pro...