Piedra en el zapato

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Si bien, fue un poco difícil al principio. Una vida con tres niños en la casa era bastante divertida. Cuando le dijimos tanto a Ximena como a Darío que la chica iba a vivir con nosotros una temporada, ella saltó de alegría y mi bello ángel sonrió agradecido de lo que estaban haciendo. Azucena aceptó con ciertas condiciones y esa eran que Ximena tenía que ir a su casa dos tres días a comer con ella y su hermano, juntar su ropa para lavarla y no faltar a terapia.

Para nuestros hijos era una verdadera sorpresa, Daniela estaba más que encantada de tener una hermana con quien compartir su habitación, Damián estaba más que nervioso de tener a su crush en la misma casa.

Ella ayudaba con los que haceres, jugaba con Daniela se divertía y tenía de veces algunas platicas con Darío donde ambos acaban riendo confidentemente, parecían planear algo. Y eso seguía haciéndome sentir excluido. Pero no podía quejarme, después de todo a ellos los une el recuerdo de Esteban.

Tambien todo se había detenido con la preparación de la fiesta después de lo ocurrido, apenas iban dos meses y medio y tan solo quedaban 5 meses para fiesta. La vida nos había puesto a prueba, pero tal parecía que todo estaba yendo bien. Todo estábamos en la sala, Darío preparaba los almuerzos de los dos adolescentes mientras yo ayudaba a peinar a Ximena.

— Gracias tío Damián. — Dijo la niña con una sonrisa.

— De nada Ximena. — Comenté mientras me acercaba a mi esposo dándole un beso en la mejilla. — ¿Qué les hiciste para el recreo? — Pregunté viendo los dos recipientes donde estaba acomodando los alimentos.

— Les puse una porción de fresas con manzana, dos sándwiches de jamón de pavo y un litro de té helado. Solo dales algo de dinero para que compren algo dentro o saliendo. —

— De acuerdo. Iré por el auto para llevarlos mi bello ángel. — Dije de repente tomando las llaves de mi coche. Cuando de repente siento los labios de Darío sobre los míos.

— Gracias mi amor. — Por acciones como aquella, es que seguía enamorado de Darío.

*

Fui a dejar a los dos niños a la secundaria, cuando regresé por Daniela, Darío me estaba esperando junto con la niña. Quien estaba desayunando.

— Mi bello ángel ¿Nos vamos? — Ambos nos sonreímos ya estábamos listos para salir a las labores, mi bello ángel estaría en la cafetería y yo iba al despacho donde vería a Beltrán. Después de dejar a Daniela y hablar con su maestra, quien nos felicito ya que nuestra hija era la mejor de clase, dejé a Darío y me fui directo al despacho donde ya estaban esperándome deberes y mi hermano o eso creía.

— ¿Ustedes? — Me quedé sorprendido a ver a aquellas dos personas sentadas en la sala de espera. — Julieta, Carlos... — Mis dos practicantes estaba allí parados, se veían más formales y más grandes. Ya todos unos abogados hechos y derechos, estaba orgullosos de ellos, había cierto aire de incomodidad debido a la historia entre Carlos y yo. Después que Carlos salió corriendo cuando vino a buscarme hace más de 3 años, Darío fue llevado al hospital debido a su preinfarto, cuando nos dieron la noticia de que todo estaba controlado, le mandé rápidamente un mensaje a Julieta acerca de Carlos, para alivió ella ya sabía donde se encontraba e iba de regreso a Torreón. Sentí gran alivio al leer eso, lo de Darío, Daniela y los golpes que todo el mundo me tiró en ese entonces eran suficientes como para aumentarle la desaparición de Carlos.

— Es un gusto volver a verlo Licenciado. — Comentó la chica dándome la mano.

— Si, ha pasado tiempo... — Seguía un poco confundido de verlos allí. — ¿Cómo es que...? —

Cicatriz de Espadas  (Historia LGBT/Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora