— Mi bello ángel... — Susurró Damián en la oscuridad de la noche, se encontraba abrazando a Darío quien se movió un poco, ambos estaban acostados. — Mi bello ángel ¿Estas dormido? —
— N-No... ¿Qué sucede? — Contestó Darío.
— Gracias por contarme todo, por compartirme un poco de tu dolor. Quiero que sepas que esta vez será diferente. Quiero estar contigo, quiero que de nuevo seas mi novio, juntos enfrentaremos a todo lo que venga, incluido mi padre y el tuyo. Nada nos separara esta vez. — Mencionó el hombre pasado sus dedos a través de los ojos de Darío que estaban llenos de lágrimas.
— Tan cursi como siempre. — Con una pequeña risa se expresó el chico sin dejar de ver el rostro del mayor que también estaba sonriendo.
— Es parte de mi encanto y lo sabes mi bello ángel. — Con una sonrisa en su rostro el abogado comenzó a besar al otro de manera suave pero apasionada, lentamente los besos siguieron y bajando hasta el cuello del joven, sus manos juntas sobre la cama, aquellos sonidos que se empezaban a escapar de la boca de Darío al sentir los besos de Damián sobre él... Ambos siempre conectaban en estos momentos, pero fue de repente que la puerta abrió abruptamente dejando entrar a Fabián con una cara fúrica.
— ¡Oh no! ¡Hoy no! ¡Damián a tu habitación! — Gritó tomando de los pies a su hermano mayor.
— ¡¿Hermano?! — Damián y Darío se quedaron mirando la cara de cansancio con ojeras teñidas incluidas, parecía que no ha dormido en varios días.
— ¡Hoy necesito dormir y no estoy dispuesto a escuchar la banda sonora de su acto sexual como siempre! ¡Se calman o no duermen hoy aquí! ¡Váyanse a un hotel si están en celo! —
— ¡Tranquilo, tranquilo! ¡Ya me voy!... Hasta mañana mi ángel. — Con un pequeño beso el mayor se despidió saliendo, corriendo de la habitación. Dejando parado a Fabián con cara de pocos amigos.
— Hasta mañana. — Dijo sin más cerrando la puerta de la habitación de Darío quien no más se dejó caer en la cama riéndose divertidamente de lo que había pasado. Pero de repente sintió un pequeño apretón en su pecho, rápidamente se tomó del pecho y comenzó a respirar profundamente para calmar el agudo dolor.
— Diablos... — Dijo sin más volteándose, tratando de dormir.
*
*
*— Darío ¿En verdad estás bien? Si quieres puedes dejarnos a nosotros, ya sabes que Alex o alguno de los gemelos se hace cargo. — Leo estaba platicando con Darío, se notaba preocupado pero el mayor de ambos solo sonrió dándole unas palmadas en el cabello del menor.
— Tranquilo jefito, todo está bien. — Comentó Darío mientras terminaba de preparar una taza de café turco con un toque de chocolate. — Deja entregó este café. — Darío acercó la taza a un hombre sentado al otro lado de la barrita, Leo observó como ambos comenzaron a hablar, incluso se podía escuchar la conversación.
— Vamos, no te desanimes. Si Alex no hubiera llegado antes yo te hubiera dado trabajo. Ya verás que algo aparecerá me moveré para ver si puedo conseguirte alguna entrevista. Venga, arriba ese ánimo, Tony, es una orden. — Darío reía divertido, y el hombre solo soltó una pequeña risa haciendo una leve reverencia frente al dueño joven.
— Tus palabras son ley para mí. Su alteza. — Ambos reían parecía una especie de juego entre ellos. Pero Leo solo se mostró molestó ante eso, y eso lo notó Darío a su regreso.
— ¿Y tú? ¿Qué tienes? — Preguntó al ver la cara molesta del adolescente.
— ¿Quién es ese hombre? De seguro es un vago. — Cuestionó el chico mirando al hombre del otro lado con sus ojos filosos. Pero lo único que consiguió fue un zape de parte del universitario.
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Cicatriz de Espadas (Historia LGBT/Finalizada)
RomanceDarío Rivero es un chico que va vagando por la vida sin poder comprender su lugar en el mundo, se encuentra casi en la línea límite del quiebre emocional, sin saber a donde dirigirse con miedo en el futuro cercano, se ve envuelto en dudas que le pro...