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Narra Valentín:

Ya había pasado una semana y Mica todavía no despertaba pero aún así la íbamos a ver con los chicos todos los dias. Le leíamos o le cantabamos. Lit killah le contó que se consiguió una novia asique tenía que despertarse para conocerla. Y pasábamos el día entero contándole pelotudeces.

Mauro (Duki) nunca vino a verla en toda la semana. Y más le vale que no viniera.

—Valentin hijo, despertate dale que tenemos que ir a casa.— dijo mi mamá acariciándome la cabeza.

Voltee a mirarla.

—¿Cómo supiste dónde estaba?— pregunté con la vos ronca.

—Me aviso Mati y además pasas casi todo el tiempo acá.

Saqué mi celular del bolsillo para ver la hora y cuando el teléfono se bloqueó me ví mi cara.

Estoy hecho mierda, cargaba unas ojeras tremendas y estaba todo despeinado.

Mire a mi costado y estaba Mica aún acostada con los ojos cerrados y las manos heladas. No me pude negar y le acaricie la cara con el pulgar de mi mano.

—No me quiero ir, me quiero quedar acá con ella— dije agarrándole la mano— no quiero dejarla sola.— reclamé.

—Hijo, no has comido nada desde ayer— dijo quejandose—... Aparte te tenés que pegar una ducha y dormir un poco, mira como estas.— susurró señalando me de arriba a abajo y era verdad... estoy hecho un asco.

—¿Me traerías ropa de la casa para que me cambié acá?— suplique— igual tampoco tengo hambre.

Mentira, me estaba cagando de hambre pero no quería dejar a Mica sola. Más tarde podía tomar un té o algo.

—Oliva Valentín, estuviste nueve meses dentro de mí y 20 años afuera al lado mío, no me mientas, te conozco. No te lo estoy preguntando: vamos, te duchas, comes algo, dormís un poco y después volves.— ordenó agarrándome del brazo.

—Bien— dije rodando los ojos. No quería discutir y menos con Mica acá.

«es sumamente importante no crear un ambiente de estres ni nada que la altere mietras este internada.»

Salude a Mica con un beso en la frente.

—Te prometo que voy a volver lo más antes que pueda ¿Si?— susurré en su oído.

—Valen hijo...— dijo incómoda mi mamá— no creo que pueda escucharte.

—No me importa, no pierdo nada con intentarlo.— dije acariciando por última vez su carita que estaba con un moretón abajo del labio y un tajo en la frente cubierto con una gasa. Era tan frágil como un bebito recién nacido.

Mientras esté yo, nada te va a pasar princesa hermosa.

Cuando salimos de la habitación con mi mamá me paré en seco.

Mi mamá volvió a poner los ojos en blanco.

—¿Y ahora qué Valentín?

—Quiero hablar con el medico para ver qué dicen los diagnósticos que le tomaron ayer.— aclaré.

—Valentin no empeces, vas a hacer todo lo que quieras hacer cuando volvamos de casa y estés mejor vos ¿Cómo querés cuidar a Mica si no te sabes ni cuidar vos?— gritó.— tengo que venir hasta acá para cuidarte yo y decirte que te bañes. Asique sale... Camina roñoso— dijo empujandome mientras se reía.

No le discutí, en parte tenía razón. Caminamos a casa y lo primero que hice fue subir a mi pieza a buscar ropa para bañarme. Un jean negro, una remera gris lisa y las zapas: la vieja confíable.
Me metí a la ducha y el agua caliente me relajaba un montón cuando me enujuagaba el pelo, me hacía dar un sueño tremendo.

«Tu mirada» •Wos•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora