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Narra Valen:

—Lo voy a matar...— escuché que susurró Mica por lo bajo viendo a Alejo correr con Zafira por ahi. Estaba un poquito sucio en las rodillas de las veces que salió corriendo de Zafira jugando a la mancha. Esa pendeja es re rápida cuando quiere y ni te cuento como le escapa al baño. Mugrienta.— no vive ni deja vivir este pendejo.

Me rei y la abrace por los hombros. Hace rato estábamos en el sillón. Ya habíamos terminado con la comida como hace media hora pero teniamos que esperar a un pibe que traía los postres antes de que Alejo lo viera y se los comiera.

Me encargue de llenarla de besos para que se relaje. Esto del casamiento la tiene mas alterada que nada.

—Sonas igual a tu mam...— antes de que pudiera terminar la frase ella llevo su mano a mi boca callandome. Negó con la cabeza de modo exagerado abriendo bien los ojos. Todavía estaba con el delantal y para mí seguía igual de preciosa que siempre.

—Ni se te ocurra decirlo.— me dijo, saque su mano de mi boca y la besé despacito sacándole con el dedo harina que todavia tenía en la mejilla. Por mas que ella no quiera admitirlo es igualita a la mama.

Está estresada desde que llegué o incluso antes y por parte la entendia. Me siguió el beso poniendo sus manos en mi cuello y acercandonos lo mas que podia. Cuando la posicion era incomoda, corte el beso la senté arriba mío abrazándola por la cintura apoyando mi cara en su espalda.

Empecé a dejarle besitos por toda la espalda y hasta en la nuca viendo cómo soltaba risitas. Esa risita que amaba y me volvia loco ¿como pude pasar todo este tiempo sin escuchar ese sonido hermoso?

—Valentin estuve cocinando, tengo un olor a cebolla increible por las empanadas y vos dándome besos...— se quejó riendose nerviosa esta vez.

—Por mi revolcate en pan rallado que te como igual.— le giré la cabeza para que me mire y estaba rojita. Se acercó y me dió un beso.

—¿Cómo una milanga?— preguntó sin separarse de mis labios y asente escuchando su risita que me daba días de vida. Le mordí un cachete viendo cómo se quejó otra vez pegandome en la nuca despacio.

—Pero más rica.— cuando se acercó creí que me iba a dejar otro beso pero me devolvió la mordida solo que más fuerte.

—Mica, acá están los postres...— nos dimos vuelta y vimos a Mariano aún con su traje y corbata con las cajas de helados en la mano. Era raro, no nos miraba incomodo por la pose en la que estabamos, nos miraba con cierta... ternura.

Ella se paró de mi para agarrar la caja y la ayude con la otra. Si teníamos que cuidar a Alejo de los postres ahora también vamos a tener que cuidar que no se acerque su abuela catalana. Todavía me acuerdo cómo comía el helado cuando se lo traje la vez que nos conocimos.

Si no sos gritón o tenés un hambre tremendamente grande, definitivamente no sos familiar de Mica. Todos los Gonzales son un calco.

—Ya te podés ir a cambiar.— le dijo Mariano a Mica.

—¿Seguro?¿No falta más nada?— preguntó ella y Mariano de acercó para sobarle la espalda mientras negaba.

—No, anda tranqui que todavía falta y de lo demás me encargo yo.— se acercó y le dió un beso en el pelo.— gracias. Anda a cambiarte que en un rato nos vamos.

Ella lo abrazo y cuando Mariano salió entraron Agustina y Dani.

—¿Que paso bro?— Dani se acercó a saludarme y cuando ví a Agustina ya estaba cambiada con un enterito negro brillante con un cinturón dorado de cadena y unos tacos que de solo mirarlos te mareaban. Si Dani era enano ni te cuento como se veia al lado de Agus.

«Tu mirada» •Wos•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora