II. Academia

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No logró conciliar el sueño nuevamente y se quedó dormitando inquieta en la cama, dándose vueltas de un lado a otro, incómoda. En cuanto notó que la mañana comenzaba a aclarar, se levantó resignada para tomar un rápido desayuno y partir a la academia por aquel camino que solo ella conocía.

Agradecía realmente estar alejada de todos y haber construido esa cabaña sobre las ruinas antiguas de un centro de operaciones abandonado de la vieja Rebelión. Le daba privacidad y se evitaba preguntas molestas o miradas incómodas, en especial cuando las pesadillas se hacían presentes y despertaba gritando o llorando.

Finn nunca había estado de acuerdo con el hecho de que Rey se mantuviera aislada de los demás y aunque le ofrecía constantemente acompañarla en sus actividades personales, ella lo rechazaba.

Se sentía culpable por aquello, pero en verdad no podía evitarlo, pues Finn y Poe eran magníficos amigos. El problema era que Rey no quería tener que lidiar diariamente con sus rostros de lástima y miradas expectantes a la espera de una explicación. La única vez que se sinceró con ambos, sintió la profunda incomprensión en sus mentes, aun cuando se esforzaban en ser empáticos. Ellos nunca podrían entender el vacío... el penetrante vacío oscuro y frío que sentía en su pecho.

Dejó sus pensamientos atrás en cuanto divisó la academia y se detuvo ahí mismo, entre los árboles. Cerró los ojos y se concentró en La Fuerza que emanaba del bosque a sus espaldas, haciéndose uno con él, con la vida y la muerte, con el frío de las sombras y el calor del sol. Respiró profundo, sintiendo cómo sus angustias se apaciguaban y volvía a ser la de siempre.

Retomó el paso y al llegar, saludó con una amplia sonrisa a quienes hacían vigilancia en la puerta, continuando su camino hacia el salón principal. La academia era un espacio justo, ni tan grande, ni tan pequeño, que contaba con todas las comodidades necesarias para cumplir su objetivo, probablemente por las buenas distribuciones con las que contaba. En general, no había tanta gente ahí, sin embargo, tenía a los suficientes para hacerla funcionar.

Más de un año después de la batalla de Exegol, la situación galáctica aún era compleja e inestable. Luego de la destrucción en el Sistema Hosnian, la Nueva República aún intentaba afianzar su nueva reorganización. Los políticos sobrevivientes y nuevos representantes consiguieron instaurar una vez más a Nakadia como sede del Nuevo Senado Galáctico, pero solo de forma temporal, un plazo que, según calculaba Rey, estaba pronto a terminar.

Como parte importante de La Resistencia y oficialmente la última Jedi conocida de la galaxia, intentó participar de aquellas reuniones senatoriales, pero más temprano que tarde, se dio cuenta que todos allí pretendían manipular sus opiniones o propuestas, usándola como escudo y situándola siempre en medio de interminables discusiones. De esta forma, comprendió que la política realmente no era lo suyo y decidió que intervendría lo menos posible en esos asuntos.

Resolvió entonces, alejarse del Nuevo Senado Galáctico, lo que fue considerado un gran desaire por algunos representantes, llevándola a tener varios conflictos con ellos, lo que la hacía sentir vulnerable.

Pese a todo, Finn y Poe se mantuvieron firmes a su lado, alentándola a seguir su propio camino. Terminaron por convencerla de establecer un lugar para entrenar a nuevas generaciones de Jedi, con el fin de perpetuar aquellos conocimientos y continuar el legado de Luke.

En un comienzo, se mostraba insegura y dubitativa, pues le parecía un arduo trabajo entrenar a más de un alumno, pero ambos se comprometieron en apoyarla. Poe le aseguró que, como líder de las fuerzas de La Resistencia, lo mantendrían en secreto, ya que no estaba dispuesto a tener que entregar reportes constantes a La Nueva República y mucho menos tener que lidiar con sus políticos, en especial con los más testarudos.

Eventualmente, Rey desapareció del ojo público, ganándose así el desprecio de muchos, pero no le importó. Necesitaba calma y paz.

Aunque La Resistencia ya no era tal, Poe mantuvo bajo su cargo a una no tan pequeña célula de gente que se encargaba de visitar diversos planetas, monitoreando sus desarrollos y problemas. Por supuesto, las alianzas y amistades que se formaron luego de la batalla de Exegol con miles de simpatizantes, se mantenían estratégicamente activas y funcionando. Muchos de ellos usaban canales cifrados de comunicación para hacerles llegar cualquier novedad, ya fuesen hechos concretos o simplemente rumores. Ciertamente, La Nueva República estaba al tanto de aquello, pero no era bien visto por algunos miembros del Senado, pues dicha información se manejaba cuidadosamente dentro de La Resistencia y pocas veces era entregada en su totalidad a los representantes, lo que claramente generaba cierta animadversión hacia Poe.

Rey entró al salón principal de la academia y saludó

- Buenos días – Dijo en tono jovial y una amplia sonrisa

- Buenos días – Contestaron al unísono los 4 Padawan

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ULTIMA EDICIÓN: 13/01/2021

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