-Leila-

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Bajó las escaleras concentrada en cada paso que daba para no perder el equilibrio. El estúpido brazo le molestaba y la hacía moverse de manera inestable. Sabía que el efecto solo duraría un par de días más, pero la hacía sentirse vulnerable.

Se había quitado las ropas ajustadas y se había vestido cómodamente para aquella cita. No podía evitar sentirse ansiosa, sabía que no se le perdonaría con facilidad.

Pasó junto a los guardias, avanzando por el largo y ancho pasillo hasta llegar a la puerta metálica de al fondo, que se abrió de par en par en cuanto se paró en frente. Aquel lugar era ridículamente enorme para la cantidad de gente que realmente lo ocupaba.

Entró al salón de reuniones mirando hacia adelante, mientras el eco de sus pasos resonaba en toda la estancia

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Entró al salón de reuniones mirando hacia adelante, mientras el eco de sus pasos resonaba en toda la estancia. Ignoró a las dos decenas de pares de ojos que la observaban detrás de las mesas de sus costados y se paró en frente de quien la había mandado a llamar

- Te demoraste mucho en volver – Dijo una voz femenina a sus espaldas

- No dependió de mí – Contestó ella sin voltearse - el medico insistió

- ¿Cómo lo llevas? – Dijo otra voz de mujer

- Me escuece – Respondió

- Es un bajo precio por tu fracaso, Leila – Dijo quien estaba frente a ella.

Una mujer de pelo rubio blanquecino se levantó de su asiento, acomodando sus túnicas negras y avanzó lentamente, deteniéndose a pocos centímetros de su rostro y la observó con sus pálidos ojos celestes por algunos minutos.

- No podemos permitirnos estos errores – Dijo con voz conciliadora – Mucho hemos fracasado los Sith a lo largo de la galaxia para que una simple operación se vea interferida por... ¿un solo Jedi?

- No era un Jedi común, mi señora – Contestó Leila – él...

- ¿Él? – Dijo una voz femenina a su costado – Creí que la última Jedi era una mujer

La mujer de negro sonrió

- Estamos al tanto de que hay más de un Jedi en la galaxia. Que decidan ejercer sus funciones como tales, pues... solo la Srta. Palpatine – Dijo observando detenidamente a todas las presentes – Sin embargo, parece que nos encontramos frente a un valeroso caballero

- Es diestro con la fuerza y con el sable – Contestó Leila en su defensa

- Así veo – Le dijo la mujer con desprecio - quítatelo

Leila se sacó el guante, dejando entrever el mecanismo robótico que ahora tenía por brazo. Se escuchó un fuerte murmullo de desaprobación por la sala

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