LXXXV. Kor Vella

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Ben dormía a sus anchas en la cama y tan profundamente, que a mitad de la madrugada despertó a Rey con sus ronquidos. Ella le acomodó la cabeza con cuidado para cambiar la posición de su cuello.

- ¿Mmm?

- Estás roncando muy fuerte – Explicó en un susurro

- Lo siento – Contestó él un poco desorientado, mientras se giraba y la atrapaba entre sus brazos, hundiendo la nariz en su cuello

La mañana llegó antes de lo que ambos hubieran deseado, removiéndose en la cama con evidentes consecuencias físicas de su fogoso encuentro de anoche. Rey descubrió que tenía una ligera punzada en la cabeza, mientras que Ben estiraba sus piernas con un quejido, comprobando cuan agarrotadas estaban, como si hubiera corrido horas sin parar.

- Me duelen músculos que no sabía que tenía – Dijo él, con voz profunda, propia de estar recién despertando

- Creo que ayer nos pasamos – Opinó ella, sonriendo por su comentario

- ¿Sí? Yo escuché claramente como me pedías más – Contestó, mordiéndole la oreja con suavidad

- Y volvería a hacerlo – Agregó Rey, volteándose para buscar su boca e intentar ponerse encima de él, sin éxito - Oh... aunque no lo creas, me duelen las caderas

- No me sorprende – Contestó Ben con una risita, haciendo una extraña maniobra para acomodarla entre sus piernas, dejándola boca abajo sobre su pecho, para poder acariciarla

Se quedaron en silencio, simplemente descansando y disfrutando de la compañía del otro, hasta que, en contra de sus propias voluntades, decidieron levantarse.

Con la finalidad de aplacar el dolor muscular, llenaron de agua caliente el cubículo de la ducha, el cual era lo suficientemente largo y hondo como para que entraran ambos cómodamente

- Ay, Ben... perdón – Dijo ella apenada al notar su espalda marcada con fuertes rasguños

Rey alargó su mano para tocarle la zona con cuidado, pero él emitió un falso y exagerado quejido que la sobresaltó.

- Eres un tonto, pensé que te había hecho daño – Le reclamó cuando lo vio reírse

- Si, pero sabes que no me importa, aunque cuando estemos viejos, deberás tener un poco de piedad conmigo – Bromeó Ben, tomándola de las muñecas para guiarla adentro del agua

Ella fingió estar molesta y él ciertamente lo sabía, por lo que, divertido, la abrazó con amor para regalarle dulces besos en el cuello y la nuca, dejando que finalmente el calor relajara sus músculos. No pasó mucho rato hasta que el hambre se manifestó en sus estómagos, obligándolos a salir del cubículo de la ducha para poder secarse, vestirse y bajar a la cantina para poder comer algo.

- ¡Buenos días! - Los saludó Robcca con ánimo, aunque visiblemente cansado – Anoche se retiraron temprano, eso significa que les ha gustado la habitación

- Bueno, hay cosas muy curiosas – Respondió Rey conteniendo su vergüenza, mientras tomaba asiento en la mesa

- ¡Las he buscado por toda la galaxia! – Contestó el Durosiano, llevándoles una guarnición de frutas y panes – Jacen ha sido mi principal proveedor

- Es cierto, no nos has contado cómo es que el éxito de este lugar se debe a él – Dijo Ben, desacoplando la parte baja de su casco

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