LXXVII. Te lo prometo

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Se alejaron de la gruta lo suficiente como para notar que su influencia sobre ellos amainaba. En cuanto pudieron, los Padawan detuvieron su andar, tomándose el tiempo de asistir a sus maestros para que ambos pudieran recomponerse. No sabían muy bien qué hacer o decir, pero se preocuparon de darles una pequeña ración de comida y agua. Rey insistió en que podía continuar sola el resto del trayecto hacia la aldea, caminando un poco alejada de los demás en completo silencio.

- ¿Cómo nos encontraron? – Preguntó Ben con la mirada fija en Rey

- Madrugué emocionado por el logro de ayer y quise ir a molestar a mi hermano – Explicó sinceramente Jayden – Así que cuando salí, los vi sin querer cuando se iban. No sé por qué, pero tuve un mal presentimiento. Le dije a Heyden, luego fuimos donde Nakia y... – Hizo una pausa, pensando en que sería un muy mal momento para bromear sobre la ausencia de la chica en su propia choza –...después donde Kadet. Todos llegamos a la conclusión que conociendo a la Maestra Skywalker, ella no querría que los acompañáramos a la gruta

- ¿Y por qué fueron entonces? – Inquirió Ben

- Porque ustedes nos apoyaron cada día – Manifestó el joven Twilek, como si eso fuera lógico – Es lo mínimo que teníamos que hacer

Ben asintió con la cabeza, aún perturbado por las visiones y emociones que había experimentado en la cueva. Quiso sonreírles en modo de agradecimiento, pero solo logró una extraña mueca poco natural con los labios.

En cuanto llegaron a la Aldea Jedi, Rey se dirigió directamente a la choza, dejando a todos extremadamente inquietos

- Yo lo hago – Dijo Ben cuando entró a la estructura de piedra y la vio de rodillas frente al espacio donde solían encender la fogata

Ella lo observó breves minutos y sin decir nada, se levantó del piso para acercarse a él y besarlo con inusual violencia, intentando desnudarlo con notoria ansiedad. Cuando llevó las manos al borde de su pantalón, Ben la tomó de las muñecas para detenerla

- Por amor, no por miedo – Le dijo suavemente

- Pe-Perdón - Contestó Rey temblando y rompiendo en llanto, apegándose a su pecho

Con un nudo en la garganta, él la tomó por los muslos para levantarla, haciendo que se le aferrara al cuello con los brazos y a la cintura con las piernas. Avanzó hacia la cama para sentarse en el borde, soltándole el cabello con manos temblorosas para poder acariciárselo libremente. Deseando ya no contenerse más, terminó por llorar silenciosamente junto a ella.

Estaba claro que el miedo a la pérdida y a la oscuridad era más intenso de lo que ambos esperaban o podían manejar. Aquellos sentimientos anegaban sus corazones y sus mentes, impidiéndoles mantener el equilibrio en sus emociones.

Desahogaron todo lo que les oprimía el pecho, calmándose el uno al otro con suaves cariños, sin tener claro cuánto tiempo estuvieron así.

- No salió como imaginamos – Comentó ella en un susurro, cuando logró controlarse un poco – Tal vez hicimos algo mal

- ¿Por qué lo crees? – Preguntó Ben

- No tuvimos una visión juntos

- Quizás así es cómo funciona – Razonó él, haciendo una pausa antes de continuar – Recuéstate y descansa, iré por comida

- ¡No! – Dijo Rey fortificando su abrazo – No me dejes sola

- Tu estómago empezará a reclamar y lo escucharán hasta en Ajan Kloss

YuanfenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora