XXVIII. Púrpura

1K 69 117
                                    

Ben se demoró cerca de nueve días en estar conforme con el sable que montaba. Al tercer día, Rey le había regañado por seguir esa rutina extenuante de levantarse en la madrugada, lo que disminuía sus horas de descanso y comenzaba a afectar su humor.

- No tengo porque soportar tus malas caras en los entrenamientos, ni tampoco los Padawan – Le había dicho fastidiada – o empiezas a dormir como corresponde o puedes cambiar tu residencia a la Academia.

Ben no estaba dispuesto a averiguar si esa era una amenaza real o no, así que terminó cediendo y ambos sacrificaron el tiempo que pasaban juntos en las tardes, para que él se concentrara exclusivamente en construir su arma.

Estaba bastante satisfecho, en especial por que no le había tomado tanto tiempo, considerando la complejidad de su decisión, pero comenzaba a poner en tela de juicio si había quedado tal y como quería. Tomó el sable y cerró los ojos para encenderlo y para su satisfacción personal, no explotó. Nunca admitiría que tenía miedo de aquello.

Subió las escaleras y vio a Rey sentada en el comedor, con las piernas cruzadas sobre la mesa, leyendo un libro. La puerta de la cabaña estaba abierta de par en par con el fin que entrara algo de brisa, puesto que estaban en el punto más alto de la temporada calurosa de Endor

- Lo he terminado - Dijo él

Rey lo miró con una amplia sonrisa e inevitablemente se fijó primero en su pecho desnudo y luego se levantó de golpe para tomar el sable y admirarlo. La empuñadura era en su mayoría negra, pero tenía algunas partes plateadas muy armónicas y perfectamente ensambladas, haciéndolo elegante. Se fijó además que no era completamente recto, sino que tenía una suave curvatura, algo que ella solo había leído fugazmente en algún libro.

Ben le explicó que siempre había deseado probar la manipulación de un arma así, puesto que permitía tener mayor precisión en el combate, pero cuando construyó la suya como Padawan no había sido capaz de conseguirlo y cuando la había modificado, su cristal roto se había vuelto tan inestable que era imposible intentarlo sin que explotara.

- Bueno, que estamos esperando – Le dijo ella – Vamos a probarlo

Rápidamente prepararon una mochila con cosas y caminaron al claro. Afuera de la cabaña y entre los árboles, el ambiente estaba muchísimo más agradable y ambos realmente agradecieron poder sentir las suaves brisas del exterior. Rey se sentó en el pasto cerca de la vertiente, donde siempre estaba más fresco a causa de las pequeñas gotas de agua que saltaban al aire. Se acomodó para observar a Ben, quien tomó cierta distancia de ella y encendió el sable.

El color púrpura que emanaba de él era hipnotizante y Ben lo observó largo rato, moviendo su muñeca en varias direcciones para analizar cómo se comportaba. Efectivamente, la curvatura cambiaba la sensación de golpeo con el arma. Ajustó el largo de la hoja, observando cómo era lisa por completo, sin chirridos y le pareció extraño, puesto que se había acostumbrado malamente a su antiguo sable imperfecto. Comenzó a atestar algunos movimientos al aire imaginándose algún combate en su cabeza.

Rey lo miraba en silencio y con atención. A veces olvidaba lo letal que podía llegar a ser. Observó su rostro concentrado y comenzó a escudriñar con la mirada cada movimiento que hacían sus piernas y sus brazos. Se dio cuenta que llevaba puesta la misma camiseta de ese día en el hangar, pero no se veía igual, puesto que tenía una incipiente barba y le pareció muchísimo más sexy que aquella vez.

Ben se detuvo de golpe, apagando el sable y la miró a los ojos provocativamente. Se acercó donde Rey y se agachó, tomándole el rostro y besándola de pronto con demasiada insistencia.

YuanfenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora