LVIII. Younglings

665 60 128
                                    

Temprano, al día siguiente, Rey le pidió a Ben que fueran al claro, así que luego de desayunar, partieron directamente para allá. Las flores blancas que ahora llenaban el lugar parecían haber crecido mucho en estos días, tal vez a causa del sol directo que recibían, en desmedro de las que habitualmente estaban escondidas entre los árboles.

Ella se acomodó cerca de arroyo y se sentó de rodillas, pidiéndole a él que hiciera lo mismo en frente suyo.

- Ben... ¿recuerdas una conversación que tuvimos aquí sobre los miedos y emociones?

- Creo que sí – Dijo él intentando hacer memoria - Fue cuando me contaste sobre Finn

- Exacto, esa vez me dijiste que el miedo era una de las emociones más difíciles de controlar, que podía paralizarte o impulsarte – Expresó Rey tranquilamente, tomándole las manos

- ¿Esto es por mis celos? – Preguntó un poco inquieto

- ¿Qué? No, no es por tus celos o por los míos, aunque podría servirnos – Dijo ella reflexionando

- Porque me comprometo a ser más tolerante y...

- Que no, no es por eso – Aclaró ella con una gran sonrisa, interrumpiéndolo mientras se alzaba sobre sus rodillas sin soltarle las manos y depositando un fugaz beso en sus labios que lo dejó con ganas de mas – Escúchame – Añadió poniéndose seria – Cuando nos vayamos de aquí, tendremos una prueba difícil y no sé cómo saldremos de ella.

- ¿Te preocupa que fracasemos?

- Me preocupan los Padawan – Confesó ella - Necesitamos fortalecer nuestra conexión con la fuerza para poder tomar mejores decisiones que los ayuden, pero... quiero pedirte algo – Dijo ella apretando un poco sus manos y mirándolo a los ojos, casi de manera suplicante – No tengas miedo

Ben entendió a qué se refería. Ella estaba pidiéndole que liberara aquella pequeña parte de sí mismo que le había ocultado en este tiempo

- ¿Y si esa oscuridad hace que cambies tu percepción sobre mí? – Preguntó con una ansiosa y brutal sinceridad

- No lo hará – Respondió ella con convicción

Nervioso, cerró sus ojos, mientras comenzaba a respirar lentamente. Rey lo imitó, conectándose paulatinamente con la fuerza, dejando que la invadiera y sintiendo como se entrelazaba con la de él. Se quedaron largos minutos en calma, hasta que ella profundizó la conexión de ambos, notando como Ben hacía lo mismo.

De pronto, pudieron ver la fuerza y como sus colores comenzaban a envolverlos, pero algo estaba cambiando. El púrpura parecía más oscuro y menos brillante, convirtiéndose gradualmente en un extraño marrón opaco. Rey notó como él parecía perder la estabilidad al mismo tiempo que sentía sus inseguridades, sus aprensiones y sus miedos más profundos.

Ella le apretó con fuerza las manos, transmitiéndole su paz y confianza, pero por sobre todo, su amor incondicional, desde lo más recóndito de su ser. Las emociones de Ben cambiaron y el Púrpura volvió a aparecer lentamente en todo su esplendor, radiante y firme, fortaleciéndose en cuanto él compartió el devoto amor que le profesaba. A pesar de aquellos cambios, la fuerza entre ambos se mantenía ensamblada de forma natural, percibiéndose como un todo.

Continuaron meditando por cerca de una hora, sin apenas darse cuenta del tiempo que había transcurrido. Cuando dejaron de hacerlo, parecía que el equilibrio en sus mentes se hubiera ajustado.

YuanfenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora