XLVI. Amigos

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La luz de la naciente mañana llegó al rostro de Ben muy temprano, haciendo que se removiera en la cama para huir de aquel molesto brillo, descubriendo que Rey no estaba a su lado. Abrió los ojos  y al prestar más atención, percibió el sonido de la ducha desde el cuarto de aseo y se levantó

-          Buenos días – Dijo él entrando al cubículo, besándole el hombro

-          Buenos días – Le contestó ella girándose para besarlo en los labios – Ya he terminado, pero puedes aprovechar de seguir tú

-          Claro que voy a aprovechar – Respondió él traviesamente

Besó a Rey en el cuello haciéndola sonreír. Claramente ella no se refería a esto, pero no se quejó, acariciando su cuerpo con repentina lujuria, como si todo lo que había pasado ayer no hubiese sido suficiente y las seis horas de sueño fueran demasiado tiempo de distancia entre ellos. Dejó que recorriera cada rincón de piel que él deseara, simplemente por tener el placer de sentir sus labios

Ben la tomó por las caderas y la volteó de pronto, dejándola de espaldas a él, guiando sus manos hasta apoyarlas en el muro del habitáculo de la ducha. Rey jadeó sorprendida y expectante, al sentir como Ben se apegaba a su espalda, separando sus piernas con una rodilla. Sintió como sus manos acariciaban sus senos con cuidado y bajaban lentamente por su abdomen hasta su sexo, donde hundió sus dedos en ella con delicadeza.

Los gemidos en la garganta de Rey incitaron su fuego interior y se acopló al cuerpo de ella para poder sentir su piel, pudiendo observarla cerrar los ojos y disfrutar.

-          ¿Te gusta esto? – Preguntó él ardientemente en su oído, con un profundo tono de voz

-          Si – Contestó ella en un jadeo, con la piel erizada a pesar de la calidez del agua

-          ¿Quieres algo más? Tenemos tiempo aún – Le dijo él con una sonrisa traviesa

Ladeó su cabeza para atraparla en su boca y Rey tuvo la intención de girarse, pero Ben puso sus propias manos sobre las de ella, manteniéndolas pegadas al muro. Comenzó a rozar su erección entre sus muslos, haciéndola arquear su espalda, adhiriendo su trasero a él, esperando deseosa que la poseyera de una vez, pero Ben no lo hacía.

-          Me estas volviendo loca – Dijo ella desesperada

-          Lo sé – Respondió él tan excitado como ella - ¿Qué tanto me deseas Rey?

Esa pregunta la hizo perder la poca cordura que le quedaba.  Liberó una de las manos y la llevó a su entrepierna, tomando el sexo de Ben para acomodarlo dentro de sí misma, mientras levantaba y ponía una de sus piernas en el borde del cubículo de la ducha.

En realidad, él no se esperaba aquella reacción, pero no le dio tiempo de sorprenderse, gimiendo roncamente y con deleite al sentir su húmedo calor en él. La afirmó por las caderas, moviéndose con suaves estocadas al comienzo, pero los gemidos de Rey eran tan placenteros, que incrementó el ritmo poco a poco

Esta posición era increíblemente enloquecedora y apasionante para ambos. Ben cerró los ojos y se concentró en cada una de las sensaciones que recorría su cuerpo y quiso compartirlas con ella. El placer de ambos se intensificó. Ninguno de los dos estaba listo para el orgasmo, pero sentir el goce del otro los llevó a desear desesperadamente más, hasta que sin poder resistirlo, gimieron agónicamente. Ben la mordió con fuerza en el hombro haciendo que Rey soltara un potente quejido, extasiada.

Aun jadeando, él la giró para poder abrazarla y besarla dulcemente con una sonrisa. Se acariciaron algunos momentos, para luego bromear un poco sobre aquel intenso encuentro.

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