XCII. Perdóname

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Rey, Finn y Poe aprovecharon de barajar algunas ideas rápidas, principalmente en relación a la información de los planetas atacados y estadísticas de personal disponible en La Resistencia para llevar a cabo un operativo simultáneo

- Puede que nos tome varios días, pero si esto resulta, sería darles un golpe de gracia que los obligaría a reorganizarse y replantear sus pasos - Opinó Finn

- Lo cual podría ser muy bueno, o muy malo – Analizó Poe

- Ser optimistas es lo único que nos queda – Concluyó Rey

Sin dejar pasar más tiempo, los Co-Generales salieron de la habitación médica para ponerse a trabajar en lo suyo, mientras ella se quedaba a solas con Kadet. Lo observó en silencio, acariciando suavemente su frente, sintiendo el desorden en sus propias emociones. Una parte de Rey solo quería derrumbarse a llorar, pero el fuego que se había encendido en su pecho no se lo permitía. Haría justicia.

Examinó su cuerpo por medio de la fuerza, notando la gran diferencia en su salud, en relación a cómo lo habían encontrado en Jakku. Su esperanza creció. Se repondría pronto, estaba segura.

Quizás treinta o cuarenta minutos después, Ben regresó junto a Nakia desde los comedores

- Todo estable – Les anunció a ambos con una sonrisa - ¿Y eso? – Preguntó al ver que traían dos contenedores metálicos en sus manos

- Sopa, para ti y Heyden – Respondió él

- Tampoco ha comido, Maestra – Dijo la Padawan, sentándose a un costado de la cama

Rey hizo una mueca de resignación, cogiendo los recipientes

- Suerte – Le deseó Ben, tomándole el rostro con ambas manos para besarla dulcemente, sin preocuparle que Nakia estuviera ahí

Caminó por los pasillos del Tantive IV con el estómago apretado y ensimismada en sus pensamientos... ¿qué es lo que le diría? ¿cómo podría consolar su pena y preocupación? En menos tiempo del que esperaba y sin darse cuenta, llegó a los hangares, frente al "Biarmicus". Afligida, suspiró fuertemente para insuflarse valor, abriendo la nave para poder entrar.

Su corazón se destrozó en cuanto oyó los sollozos desde uno de los camarotes

- Oh... Heyden – Dijo al verlo ovillado en una cama

Se arrodilló a su lado para acariciar su cabeza, pero él se reincorporó de golpe y se abalanzó a sus brazos, soltando un desgarrador llanto que los hizo llorar juntos por largos e interminables minutos

- Lo encontraremos, te lo prometo - Expresó ella entre lágrimas – Está vivo...

- Lo sé – Interrumpió él – Si no fuera así, ya lo habría notado

Rey se preguntó si quizás los gemelos compartirían algún tipo de conexión especial entre ellos, como la que tenía con Ben, pero desechó esos pensamientos por el momento. Ahora lo mas importante era enfocarse en Heyden.

- Te traje sopa – Le ofreció, separándose de su agarre para recoger los contenedores metálicos que había dejado en el piso junto a ella

- No tengo apetito – Contestó limpiándose las mejillas – Bueno, tal vez un poco – Agregó cuando sintió el olor y sus tripas se quejaron fuertemente, dejándolo en evidencia

Sorbieron el líquido en silencio y rápidamente, puesto que tenía la temperatura perfecta para ser consumido de inmediato. Ambos se sintieron mucho mejor

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