XXII. Afortunado

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Luego de la reunión, camino a la cabaña con Ben, Rey se detuvo un momento, pues se sentía completamente débil por la falta de sueño y por la discusión con Poe.

-          Tus Padawan hablan con bastante sabiduría, a pesar de sus edades – Le dijo Ben mientras ella se sentaba en una roca

-          No saben lo que dicen, nunca han salido de Endor desde que los traje aquí – Dijo ella mientras cerraba los ojos – Me he preocupado de que, a diferencia mía,  nunca les faltara nada y empiezo a creer que no fue buena idea, los hace lejanos a la realidad, al dolor, al hambre. No conocen el miedo, ni han visto la muerte

Ben se arrodilló junto a ella y le tomó las manos, haciendo que ella lo mirara

-          Tal vez ya es hora de que lo aprendan – Dijo él con un suave tono de voz – No puedes mantenerlos siempre aquí por miedo a que no sepan enfrentarse con las distintas realidades de la galaxia, además tu misma lo dijiste, tienes que empezar a incluirlos. Ya no son críos

-          Si no saben enfrentarse al miedo o al dolor... - Rey dudó – Temo por ellos

-          A lo mejor podemos enfrentarlos a eso antes de que empiecen alguna misión – Le dijo Ben que ahora acariciaba su mejilla - ¿Recuerdas lo que me contaste sobre la gruta del espejo cuando estabas con Luke? ¿Lo que viste y sentiste? –Rey afirmó con su cabeza – Podemos enfrentarlos a lo mismo, como una especie de prueba final que les dé el derecho a ser Jedi

-          Siempre se te ocurren mejores ideas que a mí – Le dijo ella tomando su rostro con ambas manos para besarlo

Ben quería preguntarle un par de cosas más, pero los ojos de Rey estaban ligeramente enrojecidos por la falta de sueño y le pareció que no era el momento. La tomó en brazos, pese a los reclamos iniciales de ella y la cargó el resto del camino. Cuando entraron en la cabaña, Rey tuvo la intención de asearse antes de tumbarse en la cama, pero estaba tan agotada, que solo se quitó las botas y cerró los ojos. Ben hizo lo mismo y ambos se quedaron profundamente dormidos.

El hambre la despertó y a regañadientes se levantó, dándose cuenta que había dormido casi 6 horas, pero aún quedaba un poco de día por delante, por lo que se aseó con calma y fue a preparar algo para comer. Ben apareció en la cocina de pronto tras de ella.

-          Eso huele bien – Le dijo con hambre mientras la abrazaba

-          Lo que no huele bien eres tú – Le dijo divertida mientras se daba la vuelta para besarlo fugazmente – Apestas

Ben levantó sus brazos y arrugó la nariz por su propio olor, lo que hizo que Rey se carcajeara

-          No te comas todo – De dijo él besándola en la frente y yendo a asearse  – ¡Te conozco!- Le gritó desde la habitación

Rey volvió a reírse. En estos 2 meses ambos habían aprendido un montón de cosas sobre el otro, cosas cotidianas, simples, del diario vivir, como por ejemplo, las manías en el orden de Ben o las cantidades de comida que ella podía llegar a consumir, equiparándose a las de él.

Terminó de cocinar lentamente para darle tiempo a Ben de estar listo, quien volvió unos minutos después con el pelo goteándole por los hombros y se sentó a la mesa. Rey puso los ojos en blanco y fue a por una toalla, secándole un poco el pelo mientras él  se llevaba un gran bocado de comida a la boca

-          No ej nejejagio – Le dijo con la boca llena y tragando aparatosamente – Ya lo hago yo, siéntate 

Las tripas de Rey sonaron fuertemente y se rindió al hambre que tenía, comiendo tan exageradamente como él. Parecía que no lo hubieran hecho hacía días, por lo que no dijeron una palabra más. Cuando terminaron, Ben ordenó y limpió todo

YuanfenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora