XXXVII. ¿Tanto se nota?

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Finn se contactó con ellos al día siguiente, avisando su arribo a Sorgan y dejando a Rey con una extraña e inevitable preocupación, a causa de la misión que ahora su amigo debía enfrentar. Aprovechó de solicitarle algunas cosas que necesitaría para el viaje a Kessel, no sin antes recordarle algunos puntos importantes que no debía olvidar cuando encontrara a Mando. 

La verdad es que en los días que siguieron, Rey parecía constantemente intranquila y eso empezaba a afectar a Ben. Las cosas no mejoraron cuando ambos empezaron a planear su propia misión. Llevaban horas en la sala de comunicaciones de la cabaña intentando ponerse de acuerdo en algunas estrategias, pero como no sabían nada de aquel lugar, no al menos de su historia actual, la incertidumbre empezaba a transformarse en un pésimo aliado.

-          Tal vez deberíamos tomarnos las cosas con más calma – Dijo ella frustrada, sobándose la frente sin saber qué hacer

-          Tienes razón – Le dijo él acercándose a ella y tomándola por el mentón con suavidad – Vamos al claro a descansar

-          No me refería a eso, Ben – Le dijo ella – además, es tarde

-          Podemos pasar la noche ahí – Contestó él – Aún hace suficiente calor

La idea cautivó a Rey, quien sonriendo aceptó y prepararon un bolso de género y una mochila con cosas para ir. Cuando llegaron, se acomodaron a un costado del tronco que ella había talado sin querer hace ya varios días y Ben puso una de las mantas térmicas en el piso. Ambos se acomodaron  sobre ella, uno al lado del otro, mirando hacia el cielo.

Conversaron largo rato sobre las Guerras Clon, un tema que a Ben realmente fascinaba, pues lo había estudiado con detalle hacía ya varios años. Rey lo escuchaba encantada, no solo por la información que le entregaba y que le permitía conocer mucho más a fondo la historia de la galaxia y los Jedi, sino también porque su voz tenía una potente influencia tranquilizadora en ella.

Cuando la temperatura comenzó a bajar, producto de la misma noche, Ben puso otra manta térmica sobre ellos, la cual, al cabo de unos minutos hizo su efecto, haciendo que Rey se quitara la polera de pronto

-          ¿No hubiera sido más sencillo sacar la manta? – Preguntó él

-          Puedo volver a vestirme si quieres – Le contestó ella con una sonrisa

-          A veces realmente soy un idiota – Dijo Ben mientras ella se reía y él aprovechaba de quitarse la polera también, apegando a Rey a su cuerpo en un abrazo, para poder besarla

Ben saboreó su lengua con intensidad, sin evitar sonreír en sus labios al notar la creciente excitación de ella al acomodar su cuerpo sobre él

-          Pareces ansiosa – Dijo Ben

-          Lo estoy – Le contestó Rey con la respiración ligeramente entrecortada

-          Dime lo que quieres – Le dijo él

-          No... tú dímelo – Dijo ella mirándolo profundamente a los ojos – Déjame consentirte

-          Mmm... podrías... torturarme un poco – Dijo él nervioso sin saber si ella entendería a lo que se refería

Pero Rey había entendido claramente y le sonrió de manera sugerente. Comenzó a besarlo en el pecho, bajando lentamente por él hasta llegar a su abdomen, donde notó que Ben respiraba agitadamente. Le quitó los pantalones y lamió su sexo con suavidad y lentitud, haciendo que él gruñera en su garganta.

YuanfenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora