III. Visión

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Cuando inició con la academia, hace ya 6 años, Rey se sentía muy inquieta en relación a las decisiones que debía tomar con sus estudiantes, puesto que el fantasma del fracaso rondaba constantemente sus pensamientos. El Maestro Luke se presentó frente a ella en muchas ocasiones durante el primer año, entregándole consejo y entrenamiento fundamental, pero pronto se dio cuenta de que no era lo mismo escucharlo atentamente, que llevar a cabo sus sugerencias.

Descubrió que la búsqueda de bebés sensibles a La Fuerza o niños pequeños para que empezaran su entrenamiento no era tan sencillo como creía. Para su suerte, Finn la ayudaba en esta tarea, recorriendo con ella distintos planetas, aprovechando así de practicar juntos algunas cosas básicas con respecto a La Fuerza, puesto que él le había confesado que era capaz de sentirla.

Aquella noticia emocionó a Rey profundamente, por lo que se esmeró el doble en hacer bien su trabajo para poder entrenarlo, pero a medida que él avanzaba en conocimiento y manejo del sable, retrocedía en su vínculo con La Fuerza, mostrándose inestable

- No puedo – Le habría dicho un día, frustrado y agotado – Esto no está funcionando

- Tienes que dejarlo fluir, Finn – Lo alentaría ella – Hagámoslo de nuevo y...

- Rey, escúchame – La interrumpió, poniendo las manos sobre sus hombros – Tal vez este no es mi camino. Sé que te esfuerzas y no te imaginas cuanto valoro eso, pero no termino de sentirme cómodo con esto de la meditación. Eres una gran Maestra - Continuó – El problema soy yo, no tú

- Lo mismo me dijiste el otro día – Respondió cruzándose de brazos

- Sí y te lo repetiré hasta que me hagas caso – Prosiguió él, con una sonrisa divertida - Creo que nuestro objetivo debe ser enfocarnos en tu búsqueda y no en mí

Aunque le costaría aceptarlo, Rey comprendió las emociones de su amigo y si bien no se lo diría, se decepcionó por su decisión, pues en su corazón se había hecho la idea de tener a alguien que la ayudara en el proceso con los futuros Padawan. Pese a esto, Finn se comprometió a ayudarla en todo lo que necesitara, por lo que finalmente ella cedió, deteniendo su entrenamiento.

Recordando aquello, Rey avanzó por el salón de la academia, cambiando de pronto sus reflexiones. Observó a los Padawan luchar con sus sables de adiestramiento, pensando en lo rápido que habían crecido. Tenía dos grupos distintos de estudiantes, pero eran ellos quienes le causaban más ansiedad y preocupación, puesto que no los había acogido cuando eran niños, sino más bien adolescentes. Los cuatro bordeaban la misma edad, entre los dieciocho y los veinte años, siendo La Fuerza extraordinariamente intensa en cada uno.

Heyden y Jayden eran gemelos y tenían una conexión única en sus movimientos de combate. Siempre que se tomaran en serio las cosas, realmente podían ser feroces en sus ataques, aunque habitualmente no era así, pues vivían bromeando el uno con el otro. Ambos tenían los cabellos de un tono castaño claro y una contextura delgada, con cierta musculatura en desarrollo por la edad y el entrenamiento. Honestamente, eran dos gotas de agua con una sola excepción: Jayden tenía los ojos verdes y Heyden marrones.

Nakia, de especie humana al igual que los gemelos, era la más pequeña del grupo, pero ágil y rápida, con un carácter complicado en ocasiones, rayando en lo mordaz e irónico. Sabía usar La Fuerza con mucha habilidad, más no tanto el sable de entrenamiento, siendo esta su mayor debilidad. Pese a eso, sus movimientos en batalla eran hipnóticos, casi sensuales y delicados, pues utilizaba La Fuerza a su favor todo el tiempo.

El último de los cuatro era Kadet, un joven Twi'lek de veinte años y por ende el mayor de todos. Su porte, amplia espalda, piel marrón y ojos negros intimidaban a cualquiera. Era su mejor estudiante, fuerte en combate, aplicado, normativo, con una conducta casi intachable, aunque un poco serio según Rey, quien no terminaba de comprender lo poco que era capaz de reír ese joven.

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