XCIII. Herencia

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Mientras se dirigían al camarote del "Desconcierto", Rey no dejaba de reírse y molestar a Ben por su supuesto título de realeza

- Basta – Reclamó con una sonrisa y los ojos en blanco

- Lo que usted diga, oh Príncipe de Naboo

Ben gruñó, falsamente enojado y se abalanzó tras ella para hacerle cosquillas en la cintura, haciéndola lanzar un tremendo grito, pero alcanzando a zafarse de su agarre para correr al dormitorio. Él volvió a atraparla, esta vez sobre la cama. Ya no eran solo sus manos las que intentaban hacerla reír, también su barba en el cuello

- ¡Me exasperas! – Dijo Rey, entre lágrimas

- Y tú a mi – Contestó él – Me detendré si dejas de burlarte

- De acuerdo – Se rindió ella

Triunfante, Ben buscó su boca para besarla a modo de tregua, una tregua que pronto se convirtió en deseo. Rey rodeó su cintura con las piernas y lo observó con lujuria

- Mis emociones no están alteradas como anoche – Le dijo, coqueta

- Lo sé – Expresó, sonriendo – Pero deberíamos dormir primero, tus ojos están irritados

Suspiró, pero no hizo ningún intento por convencerlo de lo contrario. La verdad era que estaba profundamente agotada después del ajetreado día que habían tenido. Se desnudaron parcialmente para acostarse, dejando que él la atrapara entre sus brazos por la espalda. En menos de cinco minutos, ambos se habían dormido.

Aún era de noche, cuando Ben sintió que Rey se apegaba más a él, moviendo sus caderas y rozando los glúteos lentamente contra su ingle

- Mmm, duérmete – Musitó en su nuca, no muy despierto

Ella tomó su mano derecha y la llevó a su entrepierna, al tiempo que él la besaba tras la oreja, casi como una reacción instintiva

- Estás provocándome

- Si...

- Astuta

Rey rio suavemente. Era consciente de lo mucho que él disfrutaba de esta posición, probablemente no solo por la comodidad o el control, también porque podía recorrer con sus enormes manos cada centímetro de su cuerpo, algo que no fue la excepción esta vez.

Ben acarició sus senos, buscándolos luego con su boca, al tiempo en que Rey luchaba entre jadeos para terminar de desvestirse e intentar hacer lo mismo con él

- No seas ansiosa, princesa – Expresó divertido, avanzando por su piel

Cuando al fin quedaron desnudos, Ben acomodó su miembro entre sus piernas y aunque su intención inicial era disfrutar de aquel roce, su propio anhelo de estar dentro de ella lo traicionó. Se mordió los labios en cuanto empezó a penetrarla, sintiendo como su calor y humedad lo envolvían, soltando un gemido gutural que casi pareció un ronroneo.

Al principio la aferró por las caderas para controlar sus movimientos, pero luego buscó su sexo con los dedos, explorándola y estimulándola, haciéndola estremecer de placer, al tiempo que ella misma giraba un poco el torso en su dirección, llevando el brazo hacia atrás para tomarlo por el cuello y atrapar sus labios con insaciable avidez.

Ninguno hizo un esfuerzo por controlarse y a medida que las embestidas de Ben se volvían más intensas, también lo eran sus gemidos. Rey llevó una mano al borde de la cama en cuanto sintió que era incapaz de resistir, dejando que el orgasmo compartido la electrificara e inundara por completo.

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