LXXX. Tierra fértil

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En cuanto el "Arcano" se alzó en vuelo, Nakia le dio la espalda a los demás para poder romper en llanto libremente, tapándose la boca con la mano. Los gemelos, angustiados, avanzaron con premura para consolarla y aunque ella no quería que la vieran, le fue imposible negar el abrazo que ambos le ofrecieron, terminando por hundir la cabeza en el pecho de Jayden

- Volverá pronto – Le dijo Heyden mientras le sobaba la espalda – Nos extrañará antes de lo que espera

- Puedo ponerme una chaqueta en la cabeza y rellenar los brazos con las mantas para parecerme a él – Bromeó Jayden, haciéndola lanzar un extraño sonido gutural que no pudo distinguir si era una risa o no – Haré lo que sea... pero ya no llores

Ben tomó la mano de Rey, como si quisiera corroborar su presencia. Comprendían a la perfección el dolor que generaba en ella esa separación y empáticos, mantuvieron la distancia, esperando con paciencia a que Nakia fuera capaz de tener el control de sí misma.

- Maestra, ya estoy mejor – Dijo la Padawan en cuanto se les acercó

- Eso no es verdad – Respondió Rey con ternura, mientras acariciaba sus mejillas con ambas manos – Te tomará un tiempo volver a sentirte bien por completo, pero es normal. Llora lo que tengas que llorar

Nakia se mordió el labio y miró a Ben para buscar su abrazo, largándose a llorar nuevamente, mientras él, afligido por su pena, le susurró al oído que todo saldría bien, correspondiendo su agarre con fuerza.

El regreso a la aldea fue silencioso y extrañamente rápido, quizás porque todos caminaban ensimismados, sin prestar mucha atención al entorno

- ¿Estás segura que no quieres que te acompañemos? – Preguntó Heyden a Nakia en cuanto ella entró a la choza de Kadet – Podemos dormir en el piso

- Estaré bien, lo prometo – Contestó abatida

- Si en algún momento de la noche te arrepientes, puedes ir a vernos – Dijo Jayden

- Gracias – Expresó Nakia, forzando una sonrisa

Los gemelos suspiraron y se despidieron, dejándola a solas. Distraída o tal vez de manera mecánica, encendió la fogata para luego acostarse en la cama, tomando la manta que Kadet había dejado. Se abrigó con ella, notando que su aroma aún estaba impregnado en la tela, lo que la hizo soltar un amargo sollozo, mientras observaba la lumbre de las llamas

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Ben roncaba suavemente en el pecho de Rey. Dormía totalmente atravesado en la cama, con un brazo colgando a centímetros del piso. Anoche, luego de tantas y diferentes emociones vividas durante el día, ambos habían caído rendidos de cansancio. Le pareció sentir los dedos de ella acariciarle el cabello y se removió lentamente, sin saber si estaba despierta o no.

- Hola – Le dijo al verla con los ojos abiertos, besándola en la mejilla justo antes de ponerse a su lado – ¿Despertaste hace mucho?

- Un rato... - Contestó arrimándose a él para que la abraza

- ¿Qué ocurre? – Preguntó Ben, al notarla extraña

- Es solo que... me cuesta creer que Kadet no esté – Confesó Rey - No siento que se haya ido, es como si su partida solo hubiese sido un sueño

De manera comprensiva, Ben la apegó un poco más a su cuerpo para regalarle caricias y tiernos besos que la hicieran sentir mejor, algo que ella agradeció profundamente, colmando su corazón de tranquilidad y amor.

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